La lección de lo que pasa en Francia que tiene que aprender Cataluña
Los disturbios vuelven a poner de manifiesto el fracaso del modelo multicultural
El corazón de Francia se ha vuelto a convertir en el escenario de una oleada de violencia y destrucción. Como en 2005, el detonante ha sido la muerte de un adolescente en medio de un altercado con la policía. La reacción desatada en los suburbios, que ha obligado a decretar el toque de queda, revela otra vez las lecciones que tiene que aprender Cataluña.
El fracaso del multiculturalismo en Europa
La situación en los barrios marginales de París y otras grandes urbes apenas ha cambiado en las últimas cuatro décadas. Los franceses de segunda y tercera generación de inmigrantes se sienten excluidos de la sociedad. La fractura social se ha visto aumentada por la crisis económica, el terrorismo yihadista y la crisis de refugiados.
El resultado es el desmoronamiento del modelo multicultural que Francia intentó exportar tiempo atrás.
La crisis sigue siempre el mismo patrón: chicos muy jóvenes, en muchos casos hijos de los hijos de los primeros inmigrantes, que viven con sus familias aislados en guetos y abocados a la marginalidad.
Es el caldo de cultivo de los enfrentamientos de estos días. Pero también de los disturbios en Bélgica tras la clasificación de Marruecos en el Mundial, en diciembre de 2022. O meses atrás, del tsunami de robos y agresiones en la final de la Champions en Saint-Denis.
Esta generación fue también la más propensa a la radicalización islamista durante el auge del yihadismo. En la raíz estaba, como ahora, la desafección hacia la identidad francesa y los valores occidentales. Algo que contrasta con la lectura de la izquierda y los medios mainstream, que ponen el foco en el paro, el racismo y la discriminación.
La realidad es que en Francia, como en Bélgica, existen bolsas de población segregada sin ninguna identificación con los valores de la tierra de acogida.
Hacia un nuevo modelo de integración
El multiculturalismo parte de la tesis de que nuestra identidad se moldea en parte por el reconocimiento de los otros. Opuesto al liberalismo y la igualdad de derechos individuales, el paradigma multicultural incide en las diferencias de las identidades culturales que conviven en una sociedad plural.
Así, esta tesis sugiere que el reconocimiento de los derechos en función de la identidad cultural y sus diferencias. Este es el modelo que se ha impuesto ante el reto migratorio de las últimas décadas en Europa. Pero los estallidos sociales ponen en duda su eficacia y plantean la necesidad de los límites a la tolerancia.
Las sucesivas crisis ponen de manifiesto la necesidad de reforzar una identidad europea y occidental como base para el reconocimiento de otras identidades. Es decir, que el respeto al Islam y a otras creencias estén supeditadas al respeto de los valores occidentales. Esto es, a principios irrenunciables como la libertad y la igualdad.
Lecciones para aprender en Cataluña
No cabe duda de que Cataluña está viviendo de forma tardía esta crisis migratoria. Como Bélgica o Francia, también Cataluña ha sido un poderoso polo de atracción de inmigrantes y refugiados. Y durante muchos años se ha mantenido viva la ilusión de una sociedad multicultural ausente de choques y conflictos.
Grandes ciudades catalanas e incluso pueblos de la Cataluña interior como Ripoll cuentan ya con estas bolsas de población segregada. En muchos casos no existe una permeabilidad con la población autóctona. Y hay también una reticencia de ciertos sectores a asumir como mínimo el respeto a los valores autóctonos.
Es sintomático como los medios de comunicación siguen anclados en determinados clichés mientras el debate se abre paso. El fenómeno Aliança Catalana ha contribuido a romper el tabú. Pero medidas como las del Govern de permitir el burkini en las piscinas demuestra que aún queda mucho para superar la perversa lógica del multiculturalismo.
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