De Joel Díaz a Jair Domínguez: el humor y la superioridad moral de la izquierda
Los medios públicos han encumbrado un humor infantil y vulgar cuyas víctimas siempre son los mismos
Los humoristas de cabecera en Cataluña, Joel Díaz y Jair Domínguez, han sido protagonistas esta semana por sus polémicos chistes. El primero bromeó en directo sobre la violación de una de las hijas de Sílvia Orriols, en un desafortunado juego de palabras. El segundo irá a juicio por un presunto delito de odio, al decir de Vox que “el fascismo se combate con un puñetazo en la boca”.
Joel Díaz y Jair Domínguez tienen algo en común. Los dos utilizan el humor como un arma política para atacar siempre a los mismos, y los dos han sido encumbrados por los medios públicos catalanes como el summum del ingenio y el humor. Así, los catalanes que no entran en su canon están pagando con sus impuestos a quienes utilizan el humor como pretexto para insultarles.
Hay que recordar, sin ir más lejos, que fue precisamente un colaborador de Joel Díaz quien llamó nazis a los votantes del PSC en TV3. Se trata de Manel Vidal, casualmente el mismo que se ríe de los nombres de los hijos de Sílvia Orriols justo antes de que Joel Díaz banalice algo tan grave como la violación. Tampoco parece casualidad que Jair Domínguez sea presentador en el programa de Toni Soler en TV3 que se mofó de los andaluces y de la Virgen del Rocío.
Forma parte de un mismo circuito que funciona con la misma lógica –utilizar el humor para insultar a quienes no forman parte de la Cataluña “deseable”. El humor es un reflejo de cómo funcionan las cosas en una Cataluña secuestrada desde hace tiempo por el totalitarismo progre.
El humor como disfraz del insulto político
Joel Díaz se ha excusado diciendo que fue un “juego de palabras infantil y vulgar”, y que en ningún caso se refería a violar a nadie. En las imágenes se aprecia cómo utiliza la fina ironía para decir lo que quiere decir. En Cataluña hace mucho tiempo que los de siempre utilizan la ironía para enmascarar el insulto y la desacreditación en una misma dirección.
En 2019, TV3 expulsó al humorista Toni Albà por llamar puta a Inés Arrimadas, aunque lo hizo a regañadientes y después de muchas presiones. Como Manel Vidal, que fue despedido después del revuelo que ocasionó su chiste de mal gusto sobre los votantes del PSC. Por cierto, que Joel Díaz no solo no reprendió a su colaborador por aquel comentario sino que dimitió como presentador en señal de disconformidad.
Por cierto que fue TV3 quien repescó recientemente a Joel Díaz, pese a no haberse retractado nunca de sus frecuentes insultos hispanófobos. El PSC, PP y Vox se han acostumbrado a ser el blanco fácil de un humor unidireccional que encontró amparo en el establishment político y mediático durante el Procés. Ahora Aliança Catalana está siendo también objeto de este odio enmascarado con chistes "infantiles y vulgares".
Los progres salen en defensa de Joel Díaz
A nadie se le escapa que Joel Díaz y Manel Vidal forman parte de la órbita de la CUP -de hecho, el propio Joel Díaz protagonizó un anuncio electoral del partido. De ahí que tras la polémica por el insulto a los hijos de Sílvia Orriols, los progres hayan salido en tromba a defender al humorista. Como David Caño, número 5 en las listas de la CUP, que "hay que ser muy corto para no entender el chiste de Joel Díaz".
Este comentario representa perfectamente la superioridad moral de la izquierda catalana, que se ríe de todos pero al revés tiene la piel muy fina. Es verdad que no todo empezó con el Procés, pero fue el Procés quien puso de moda a los bufones como moldeadores de la realidad. Esto ha instalado en Cataluña un ecosistema cerrado de humoristas que van de enfant terrible pero que son en realidad una pieza más del establishment político y mediático.
El humor se ha convertido así en un instrumento para dictar lo que está bien y lo que está mal, y para humillar a los que entran dentro del canon. La paradoja es que son esos mismos catalanes los que están sufragando con su dinero el sistema que mantiene a los Joel Díaz y Jair Domínguez de turno.
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