Pilar Rahola con la cara y ropa manchadas de rojo está de pie detrás de un podio, con una botella y un bolso blanco, mientras un círculo resalta un texto borroso en la esquina superior derecha.
POLÍTICA

La interesante reflexión sobre Pilar Rahola, Vox y la libertad de expresión

La sociedad catalana lleva instalada mucho tiempo en la intolerancia contra las voces políticas diferentes

Una de las noticias más mediáticas de estos días es el ataque contra Pilar Rahola. Conocida por sus posturas independentistas y favorables a la causa judía, Rahola fue increpada y atacada con pintura por parte de la Organización Juvenil Socialista. Se trata de un grupo de jóvenes radicales y afines a la CUP.

Entre otras proclamas, OJS dice trabajar por una “juventud comunista y trabajadora de Cataluña” mediante la “militancia revolucionaria y el ejercicio de la autodefensa socialista”. Se trata del mismo grupo que atacó a Sílvia Orriols en Ripoll, lanzándole harina. Es, en definitiva, otro ejemplo de cómo ciertos grupos de la izquierda catalana atosigan al resto de sensibilidades políticas.

Dos imágenes de una mujer, en la primera está cubierta de pintura roja y morada, y en la segunda está de pie con una expresión neutral.

Sobre esto se ha pronunciado el conocido columnista Albert Soler, marginado por el procés durante años, que ha compartido una reflexión muy pertinente. Sin ser sospechoso de simpatías nacionalistas por Rahola, Soler ha reivindicado la libertad de expresión para todos. De paso, le ha lanzado un dardo a la periodista.

“Yo defiendo que pilar Rahola pueda hablar en libertad y decir el que quiera. Me gustaría que ella defendiera que lo hicieran Vox, Aliança Catalana o S’ha Acabat, cuando son agredidos. La libertad de expresión, o es para todo el mundo o no lo es”.

Porque no es menos cierto que Pilar Rahola azuzó en su día el acoso político a Vox. En su día, en el momento álgido del procesismo, Rahola aplaudía los mismos ataques que ahora sufren Aliança Catalana o S'ha Acabat.

Mientras tanto, Cataluña empeora

Esta reflexión muestra cómo en la sociedad catalana de los últimos años se ha instalado la intolerancia. Y si atendemos a sus resultados, lo único que ha producido ha sido división social, desengaño y fragmentación política, que se refleja en el Parlament. Así mismo, los grupos que han sufrido acoso político no han desaparecido, sino que han crecido.

Pero ahora, después del procés, la sociedad catalana asiste con estupor a cómo esta politización de la vida pública ha empeorado Cataluña. La desigualdad crece, la vivienda es imposible, la inseguridad ha aumentado y la administración pública es de las peores de Europa, según la propia UE.

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