Primer plano de Carles Puigdemont con la mano en la frente y cara de preocupación

POLÍTICA

El independentismo abandona a Puigdemont

Tras sufrir su mayor derrota judicial, casi nadie ha movido un dedo por el expresident

Si una cosa está quedando demostrada en las últimas semanas es la separación entre los partidos procesistas y el movimiento independentista. Cada vez hay más indepes que apuestan por castigar a ERC, Junts y la CUP en las elecciones generales. Un castigo que ya se vio en las pasadas municipales. Pero cada vez hay más señales que evidencian el distanciamiento entre los dirigentes políticos y su masa de votantes.

Un elemento que siempre ha unido a todo el independentismo es la denominada represión del estado. Muchas veces, sentencias o decisiones judiciales provocaban que las fuerzas independentistas hicieran frente común. Pero eso parece que también forma parte del pasado. Así lo demuestran las reacciones a la sentencia del TGUE que deja sin inmunidad parlamentaria a Carles Puigdemont.

Carles Puigdemont en un mítin con el dedo levantado en tono amenazador

Puigdemont ve como su sentencia genera indiferencia

Las movilizaciones en la calle han brillado por su ausencia. Años atrás, era impensable que algún político procesista recibiese un revés judicial y que la gente no se echase a la calle. Y sorprende aún más cuando el golpe recibido este miércoles por Carles Puigdemont es de los más duros que ha sufrido la plana mayor del procesismo. Pero esta vez, las calles han vivido con absoluta normalidad la sentencia contra el expresident.

Solamente los suyos han hecho ruido en a Puigdemont, y lo han hecho, sobre todo, para pedir el voto para Junts per Catalunya de cara al 23-J. También algunos dirigentes de ERC se han posicionado en público, casi más porque era lo que tocaba que no por otra cosa. La distancia entre los despachos y la gente es más que evidente. Y es que esta sentencia ha generado, sobre todo, indiferencia.

Puigdemont es agua pasada

El independentismo cada vez está más lejos de los políticos procesistas. Ni los reveses judiciales consiguen movilizar una masa social que empieza a estar harta y que, previsiblemente, el próximo 23 de julio se lo hará saber a sus teóricos representantes políticos.

En el mismo día que Puigdemont sufría su peor derrota judicial, el CIS y el CEO publicaban sus respectivos pronósticos de cara al 23-J. El barómetro estatal auguraba que Junts pasaría de 8 escaños a una horquilla de entre 3 y 6. Esquerra bajaría de los 13 actuales a unos 5-7, mientras que la CUP, que ahora tiene 2 diputados, se movería entre los 0 y 1. El barómetro catalán era ligeramente mejor para ellos, pero también escenificaba una dura caída: ERC 10-8, Junts 9-7 y CUP 2-0.

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