El entorno de Puigdemont ataca a la nueva directora de comunicación del Govern
Junts no parece asumir que la pérdida de la mayoría ‘indepe’ implicaba la pérdida de influencia en las instituciones
En esencia, lo que le pasa a Junts es que pierde poder. Para un partido, este no es un problema menor.
Por el momento, los juntaires están instalados en la negación. Ciertamente, todavía tienen que asumir que el retorno mesiánico de Puigdemont no ha funcionado y que el procesismo ha perdido la mayoría. Poco a poco, es de esperar que surjan las primeras voces críticas dentro del partido.
En el caso particular del procesismo político, el agravio es doble porque uno de sus elementos más distintivos ha sido el control mediático. Y lo que ha ocurrido ahora con el nombramiento de la nueva directora de comunicación del Govern así lo demuestra.
Ahora toca “españolismo” ultra
La nueva directora de comunicación del Govern - la que organizará la estrategia - es Cristina Farrés. Hermana de la actual alcaldesa de Sabadell y periodista de larga trayectoria, Farrés era hasta hace unas horas la directora de Crónica Global.
Poco después de conocerse el nombramiento, el entorno de Puigdemont ha salido en masa a calificar a Farrés de “ultra” y de “españolista”. Esta, por ejemplo, parece que es la línea editorial de Vilaweb, que ya se apuntó a la idea de que Salvador Illa es, además de un españolista, el presidente nº155:
Entre los que se han animado a comentar la noticia está Josep Lluís Alay, que ha aprovechado la ocasión para sacar a pasear a la “extrema derecha”. De paso, le ha lanzado un dardo a ERC y a los Comuns:
Así mismo, algunos altavoces de Junts en redes sociales también han criticado con dureza el nombramiento de Farrés. Pero lo cierto es que, más allá del enfado, el relato no consigue salir de la idea del ultraespañolismo, el odio al expresidente Puigdemont, la traición de ERC, etc:
Junts tiene otros problemas
En última instancia, esto es tan sencillo como que el procesismo (de Junts) ha perdido el poder. Todo lo demás son reacciones más o menos previsibles y necesarias para el relato. Lo que es evidente es estas reacciones por parte de Junts no podrán ser continuas.
Al fin y al cabo, el PSC ha llegado al poder y, como todo partido, va a intentar colonizarlo. Es decir, que hará lo mismo que hasta ahora han hecho Junts, ERC y, en general, todos los partidos políticos del mundo.
A largo plazo, todo esto implica que Junts tendrá que decidir qué hace con su futuro porque i) Puigdemont no es presidente ni va a serlo; ii) el partido se va a la oposición; y iii) Cataluña ha dado un cambio de rumbo que algunos ya han sabido ver y asumir.
Ya le gustaría a Junts que su mayor problema fuera el nombramiento de Cristina Farrés.
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