Un diputado del PSC alza la voz contra la ley trans catalana: 'inaceptable'

La presentación del anteproyecto de la ley trans catalana tenía que venir con polémica. Si llega a tiempo para aprobarse, la ley permitirá el cambio de sexo a los menores de 16 años. No solo la derecha ha puesto el grito en el cielo, sino también el feminismo clásico y, ahora, un diputado del grupo parlamentario Socialistes i Units per Avançar.

La ley trans catalana

La ley trans catalana irá más allá incluso que de Irene Montero. De esta manera, Cataluña se convierte en un faro para el pensamiento (y política) queer. El anteproyecto de ley ha presentado algunos avances que, para algunos, resultan muy preocupantes.

El más destacado es este: que los niños entre 12 y 15 años podrán iniciar la transición de sexo. Si la familia se opone, habrá un servicio de mediación que, por lo que parece, no será determinante. Es decir, que si el niño quiere, se cambiará de sexo.

Por otro lado, los mayores de 16 no tendrán que pasar por el servicio de mediación y, por descontado, no tendrán que pedir permiso. También hay medidas en el ámbito asistencial. Se proporcionará una vivienda a aquellos trans menores de 23 años que hayan sido expulsados del hogar, o también una renta mínima garantizada.

Críticas garantizadas

La indignación no se ha hecho esperar. El colectivo de Feministas de Cataluña, por ejemplo, muy crítico con la gestión de la consejera Verge, ha puesto el grito en el cielo:

Y ahora también Ramon Espadaler, secretario general de Units per Avançar i diputado del PSC en el Parlament. Haciéndose eco de un durísimo texto de Josep Martí Blanch en La Vanguardia, ha calificado el anteproyecto de “inaceptable”.

Espadaler da voz a lo que muchos piensan: que ninguna administración tendría que poder apartar a los padres de una decisión de este calado. Por otro lado, el artículo de Martí Blanch es demoledor. Habla de la “podemización” de Pere Aragonès y denuncia que al mismo tiempo que se aparta a los menores de la pornografía se les permite cambiarse de sexo.

Esta situación, en definitiva, tiene un gran eco social. También un eco más reducido dentro de la propia izquierda, enfrentada entre el feminismo y el pensamiento queer. Como dice Martí Blanch: "de esta guisa empezamos la precampaña".