El despropósito de la nueva 'ley trans' catalana
La ley trans impulsada por Irene Montero ya ha permitido muchas aberraciones, pero Cataluña siempre tiene que ir un paso más allá
Pese a la crisis de la sequía, el bajo nivel educativo, el colapso de los hospitales, el aumento de la delincuencia y tantos otros problemas que vive actualmente Cataluña, el Govern de la Generalitat ha decidido empezar una nueva polémica: la futura ley trans catalana.
Estos últimos días hemos conocido las primeras intenciones que tiene el Govern en el anteproyecto de ley que está preparando. Y, la verdad, es que la nueva normativa que quiere aplicar la Generalitat al respecto es un despropósito tras otro. Irene Montero se quedó corta al lado de Tània Verge.
Los menores de entre 12 y 16 años que quieran iniciar un tratamiento podrán hacerlo aunque los padres no estén de acuerdo. Bueno sí, habrá un proceso de mediación que no será otra cosa que presionar a los padres para que acepten las demandas de sus hijos. A partir de los 16 años, sí que tendrán ya vía libre por decidir.
Los hombres biológicos podrán competir deportivamente contra mujeres biológicas si se sienten mujeres, independientemente de las ventajas físicas que puedan tener por haber nacido hombres. Les da igual que algunas federaciones ya hayan decidido dar marcha atrás tras comprobar el agravio que representa esto para el deporte femenino.
Se dará una paga (Renta Garantizada de Ciudadanía) a los jóvenes de entre 18 y 23 años que hayan sido víctimas de discriminación. Esto incluye a quienes han sido expulsados de casa. Y se les pondrá un piso a su disposición también.
Por último, en los documentos oficiales de la Generalitat se incluirá una tercera casilla para los "no binarios", obviando que solo existen dos sexos y las consecuencias que puede tener esta cuestión a la hora de realizar estadísticas, entre otros aspectos.
La ley trans impulsada por Irene Montero ha permitido ya muchas aberraciones. Desde militares llamados Francisco que quieren acceder a los vestuarios de mujeres hasta agresores sexuales o maltratadores que, "cambiando de sexo", han podido acceder a beneficios penitenciarios. Pero Cataluña siempre tiene que ir un paso más allá. Debemos ser la vanguardia del wokismo, no sea que alguien nos quite el premio de ser los más superiores moralmente, aunque sea a costa de aprobar leyes que no tienen ni pies ni cabeza.
Lo único bueno de todo esto es que, con algo de suerte, este Govern no tendrá tiempo de sacar adelante esta ley que desprotege a las mujeres, que no aborda los problemas reales que puedan tener los menores con disforia de género y que abre la puerta a que unos padres desesperados por el sufrimiento de su hijo se vean señalados por la propia administración.
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