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POLÍTICA

El Consell de la República, en standby

Qué ha pasado con el 'gobierno paralelo' de Puigdemont y cuáles son sus planes

El declive del procesismo este último año ha obligado a Carles Puigdemont a redefinir la estrategia de Junts y sus satélites como el Consell de la República. Durante las negociaciones con el PSOE, la ejecutiva del Consell encabezada por Puigdemont y Toni Comín perpetraron un golpe para apartar al órgano legislativo, la Asamblea de Representantes, y castrar el debate interno. La incertidumbre en torno a la amnistía llegó a plantear la posibilidad de que Puigdemont se quedara en Bruselas y el Consell de la República asumiera un papel protagonista en la nueva etapa.

Pero los últimos acontecimientos políticos han cambiado las tornas, y ahora el gobierno paralelo de la ficticia república catalana ha quedado en standby. 

Sobre todo por dos razones. Una, la aprobación de la amnistía que acerca el regreso de Puigdemont a Cataluña y que le ha llevado a asumir la candidatura a la presidencia de la Generalitat. Y dos, la dimisión de Lluís Llach de la ejecutiva del Consell y su elección como presidente de la Assembla Nacional Catalana (ANC), que ahora entra de lleno en la órbita de la estrategia de Junts. 

Una estrategia que ya no pasa por la confrontación y el aislamiento, sino por la reunificación del independentismo bajo el liderazgo de Carles Puigdemont y el espacio de Junts. 

Qué planes tiene Puigdemont con el Consell

La realidad es que el Consell de la República, que nació con la intención de ser un órgano aglutinador de masas, ha acabado siendo un reducto sin influencia y cada vez con menos prestigio. Su falta de incidencia y la desafección hacia la dirección ha restado apoyo a la entidad. 

Su existencia tuvo algún sentido cuando Puigdemont se mantenía en la posición de la confrontación, pero una vez asumida la vía de la negociación con el Estado, perdió cualquier razón de ser.

El Consell ya venía dando síntomas de agotamiento y en los últimos tiempos se habían multiplicado las bajas de miembros desencantados con el rumbo del Procés. Esto se ha acelerado en los últimos meses, y hasta el propio Puigdemont asume que el Consell tiene que cumplir ahora otra función. Ya no la de aglutinar el independentismo bajo su paraguas, sino la de ejercer como herramienta de apoyo a su estrategia y de presión a ERC.

Por eso, tras conocerse los resultados de las recientes elecciones catalanas, el Consell de la República emitió un comunicado pidiendo la recomposición de la unidad independentista. Es lo mismo que está reivindicando Junts, cuya concepción de la unidad pasa por la sumisión de ERC a un proyecto encabezado por Puigdemont. 

El expresident entiende que en el Consell aún hay sensibilidades diversas y que eso puede ejercer algún tipo de presión sobre los republicanos para que descarten definitivamente apoyar al PSC.

La ANC, el nuevo objeto de deseo

Pero más allá de eso, Puigdemont sabe que el Consell de la República ya no tiene ninguna capacidad de movilización. Por eso ha fijado su atención en otro órgano independentista en horas bajas, la ANC. 

En Junts creen que los resultados del 12-M dejan a Carles Puigdemont como el único actor político procesista capaz de reconducir el rumbo del Procés. Con ERC en crisis, el Consell de la República agotado y la ANC al borde de la desaparición, apelan a la reunificación bajo el liderazgo de Puigdemont como única salida para la supervivencia. Y para conseguirlo, el potencial movilizador de la Assemblea es mucho más fecundo que el del Consell.   

La figura clave para culminar la integración de la ANC en la órbita de Junts es Lluís Llach, que precisamente abandonó el Consell de la República por su desacuerdo con la decisión de investir a Pedro Sánchez. Pese a todo, Llach sigue siendo fiel a Puigdemont, e hizo campaña tanto por él en las catalanas como por Comín en las europeas. Además, representa el sector más agresivo contra ERC, ya que ha pedido repetidamente la dimisión de Oriol Junqueras y atiza siempre que puede a los republicanos.

Su elección ha sido criticada por una minoría de la ANC que lo ven como una maniobra de Junts para hacerse con el control de la entidad aprovechando su crisis interna. Llach defiende su independencia, pero al mismo tiempo culpa a ERC del fracaso independentista y pide la reunificación del movimiento en un discurso sospechosamente parecido al de Junts y Carles Puigdemont.

La amnistía y el futuro del espacio postconvergente

Los planes de Puigdemont no pasan por disolver el Consell de la República. En plena campaña por las catalanas, el pasado mes de abril, el órgano emitió un comunicado en el que reivindicaba su existencia como garante de la confrontación mientras Cataluña no alcance la independencia.

Pero el órgano asume ahora un papel secundario, y Puigdemont centra su estrategia en una acción a tres bandas.

El eje será su papel como candidato a la presidencia de la Generalitat, primero con su regreso una vez aplicada la amnistía por los jueces, y luego maniobrando para que Illa no sea presidente. Todos sus esfuerzos se centran ahora en forzar una repetición electoral ya con Puigdemont de vuelta a Cataluña.

El otro eje es volver a movilizar la sociedad civil en torno a la Assemblea Nacional Catalana bajo el liderazgo de Lluís Llach. Esto será muy importante si hay una repetición electoral, porque la nueva ANC remará a favor de Junts en su reivindicación de la reunificación independentista y la concentración del voto en Puigdemont.

La tercera pata será la acción de Toni Comín desde Bruselas, aunque la aprobación de la amnistía resta peso a su función de denuncia de la represión y la estrategia judicial mantenida los últimos años. Además, si Junts pierde eurodiputados como apuntan las encuestas, el peso se trasladará más claramente de Bruselas a Cataluña. Y eso podría representar el principio del fin del Consell de la República, que de momento sigue en standby.

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