Lluís Llach destapa sin querer la maniobra de Junts para controlar una ANC en declive
El nuevo presidente de la Assemblea Nacional Catalana muestra sus preferencias y carga duramente contra ERC
Lluís Llach fue elegido el pasado sábado presidente de la Assemblea Nacional Catalana. El cantautor toma las riendas de la entidad en plena crisis por la división y la desmovilización, y al borde de la disolución. De hecho, su elección ha estado marcada por el enfrentamiento entre los partidarios de Llach y un sector minoritario que le acusan de querer controlar la ANC para incorporarla al conglomerado de Junts y Carles Puigdemont.
Formaría parte de la estrategia de Junts para aprovechar la crisis de ERC y la ANC para unificar el independentismo bajo sus siglas y el liderazgo de Carles Puigdemont. Llach siempre lo ha negado, pese a practicar un descarado seguidismo de Waterloo y arremeter siempre que tiene ocasión contra Esquerra Republicana. Por si había alguna duda, esta mañana se ha destapado durante su paso por el plató del Cafè d’Idees en TVE.
Lluís Llach ha desvelado que el próximo domingo votará a Toni Comín “por una cuestión humanitaria” y ha culpado directamente a Oriol Junqueras del fracaso independentista.
El flamante presidente de la ANC asegura que Junqueras trazó durante su estancia en la cárcel la nueva estrategia del partido, que considera de absoluta sumisión a España. Ahora reclama una repetición electoral para impedir que Salvador Illa sea presidente, y además apela a la unidad del independentismo. Una unidad que, según dice, puede ser con los partidos por separado pero también con un acuerdo programático o incluso con una lista unitaria.
Del Consell de la República a la ANC
Pero hay más, porque el cantautor ha acusado al presidente de ERC de boicotear el Consell de la República, el chiringuito de Puigdemont del que Llach fue miembro del Consejo Ejecutivo. Durante mucho tiempo, Puigdemont veía el Consell de la República como el órgano clave para la reunificación del independentismo bajo su control. Pero la división y el declive de la entidad le llevaron a fijar su mirada en la ANC, acuciada por la crisis pero aún con un evidente potencial para la movilización de las masas.
Ahora, con sus declaraciones Lluís Llach reconoce implícitamente que hay una maniobra de Junts para controlar la ANC y reunificar el independentismo a su alrededor. Algo sorprendente, porque entre los apoyos de Lluís Lach están también los exdirigentes de la ANC que pedían precisamente despolitizar la entidad. Por eso se opusieron a lista cívica, y reclamaron devolver a la Assemblea su función original de movilización cívica al margen de los partidos políticos y sus luchas internas.
En realidad, la oposición a la lista cívica se basaba solo en el miedo del entorno de Junts a perder el control sobre la ANC y todo lo que representa. Pese a apelar constantemente a la unidad, la presidencia de Lluís Llach genera más división que nunca en la entidad. Lejos de representar la despolitización de la entidad aleja definitivamente al sector próximo a Esquerra, que ya había roto con la ANC por considerarla un instrumento al servicio de Waterloo.
Desafección hacia la ANC
No es extraño que tanto el Consell de la República como Junts per Catalunya y Carles Puigdemont hayan felicitado a Lluís Llach tras ser elegido presidente de la ANC. Su presidencia jugará un papel fundamental en el plan de Puigdemont para reunificar al independentismo. El plan pasa por restar protagonismo a Jordi Turull y Laura Borràs y acabar con la división dentro del espacio postconvergente con más protagonismo para Toni Común (Bruselas), Lluís Llach (sociedad civil) y Carles Puigdemont (Generalitat).
La amnistía y el regreso de Puigdemont a Cataluña hacen que el Consell de la República, creado para la representación del gobierno catalán en el exilio deje de tener sentido. La idea de Junts es que la ANC pase a cumplir esta función, como elemento de revitalización del independentismo desde la transversalidad y bajo la figura emblemática del expresident. Pero la duda es si realmente es posible revitalizar una entidad que representa fielmente el declive del procesismo porque una buena parte del movimiento lo considera una parte más del entramado que ha traicionado el mandato del 1-O.
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