Imagen de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont mirando cada una para un lado
POLÍTICA

Como los músicos del Titanic: el procesismo busca unirse de nuevo en pleno hundimiento

Con la investidura de Salvador Illa en el aire y con una Sílvia Orriols al alza, el miedo se apodera de ERC y Junts

En teoría, muchos podrían pensar que lo más sensato que puede hacer ERC es investir a Salvador Illa. Las previsiones nefastas que tendría para los republicanos una repetición electoral hace intuir que votar a favor del candidato del PSC sería la decisión más sensata.

Sin embargo, el tiempo avanza. Las negociaciones entre ERC y el PSC también, pero los de Esquerra ya han puesto como fecha límite finales de julio para decidir si investir o no a Salvador Illa. El cronómetro para una posible repetición electoral ya está en marcha y todos los actores políticos ya se preparan por si, al final, los catalanes tienen que volver a las urnas el próximo 13 de octubre.

Un posible acuerdo entre la cúpula republicana y los socialistas, además, debería ser avalado por las bases de ERC. Y nadie se atreve a asegurar que den su visto bueno a un hipotético pacto. Así pues, el procesismo ya se ha puesto en marcha para intentar evitar una nueva debacle en las urnas. Y es que ya son varias citas electorales consecutivas (municipales y generales de 2023 y autonómicas y europeas de 2024) en las que ERC y Junts no han parado de perder votos.

Los miedos entre los dos principales partidos procesistas son varios. Porque más allá de la tendencia a la baja que acumulan, ahora tienen otro factor que les puede perjudicar aún más: el auge de la Aliança Catalana de Sílvia Orriols.

Silvia Orriols en Cafè d'Idees de RTVE

Todo el mundo tiene asumido que una repetición electoral beneficiaría al partido de la alcaldesa de Ripoll. Y que Aliança Catalana aumentaría en apoyos a costa de un procesismo en horas bajas y con las relaciones deterioradas desde hace tiempo.

Por este motivo, las cúpulas de ERC y Junts se han puesto manos a la obra para intentar curar heridas del pasado. Marta Rovira se reunió recientemente con Carles Puigdemont, que también se vio con Oriol Junqueras hace unos días para limar asperezas. Desde hace tiempo, la relación entre los dos principales líderes procesistas está más que rota. Pero en tiempos malos, toca replegarse. 

Lo resumía perfectamente la periodista indepe Pilar Carracelas, “solo van unidos cuando las nóminas peligran”. Y es que el objetivo de este acercamiento no es otro que tender puentes por si hay que volver hacer una “lista unitaria” en el caso de que haya repetición electoral. Y, así, intentar frenar (o como mínimo disimular) la caída libre que sufren desde hace tiempo.
 

El comodín del victimismo aparece de nuevo

Otro de los factores para retomar esa unidad perdida en los últimos años es la estrategia victimista que une a ERC y Junts. Con la decisión de la justicia de amnistiar a casi medio centenar de policías, a la vez que se negaba la amnistía a Carles Puigdemont y a Oriol Junqueras -entre otros líderes del procés- por los delitos de malversación, el procesismo vuelve a jugar la carta de la “represión”.

El expresidente de la Generalitat de Catalunya y candidato de Junts a las elecciones catalanas, Carles Puigdemont, interviene durante un acto de campaña, en Jean Carrère Space, a 1 de mayo de 2024, en Argelès (Francia)

Desde ayer, dirigentes de los dos partidos han puesto el grito en el cielo ante las últimas decisiones de la justicia. Lo han hecho sorprendidos, como si ellos no hubieran confeccionado la ley de la amnistía, ni supieran que lo que ha pasado en las últimas horas iba a suceder, ni que muchos juristas advirtieran desde hace tiempo que los policías iban a ser amnistiados y que la malversación podía impedir la amnistía a Puigdemont y compañía.

Pero les va bien para el relato e intentar cerrar filas conjuntamente ante un panorama realmente complicado. Porque ya tienen asumido que la vuelta de Puigdemont no será una realidad en breve, igual que la eliminación de la inhabilitación de Junqueras. Y que, además, pueden venir unas elecciones que, con un abstencionismo indepe y una Sílvia Orriols al alza, si no buscan fórmulas imaginativas, el batacazo en octubre puede volver a ser tremendo.

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