Montaje de Irene Montero y el cartel de la TNN
POLÍTICA

El colectivo trans ante su laberinto

En la raíz del problema del colapso de la ley trans están las legislaciones de discriminación positiva en favor de la mujer en todos los ámbitos laborales

El colectivo representado por la T de la LGTBQI+ ha entrado en colapso esta semana como resultado de una denuncia de la TNN (Trans No Normativos) a la FELGTB (Federación estatal LGTBI+). La confusión y la sopa de siglas son resultado de, al menos, una suma de tres factores: 

  • El redactado de la Ley Trans, según el cual no hace falta peritaje de ninguna clase para acceder al cambio de sexo registral
  • La incapacidad del mundo queer, que hemos demostrado en E-noticies desde hace meses, para responder a la famosa pregunta “que es una mujer”, o bien su capacidad para producir respuestas indescriptibles, como la de la propia Irene Montero, que dijo que ser mujer era “sufrir más discriminación”
  • La alarma civil generalizada y saudable, que han aprovechado estos días luminarias como Ana Rosa Quintana y Sonsoles Ónega para llevar a sus programas a mujeres trans tan emblemáticas com la soldado Francisco o la cabo Roberto.

A raíz de conocerse el aluvión de casos de hombres de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que se cambian de sexo registral sin alterar su nombre, ni su apariencia, ni sus preferencias sexuales (cosa perfectamente acorde con la ley Trans) surgieron voces acusando a dichos señores de estar cometiendo fraude de ley.

Activistas como Mar Cambrollé, con escaño en la Asamblea de Madrid, Elisabeth Duval, portavoz de Sumar, o la misma Irene Montero, responsable máxima de este pandemonium, pusieron el grito en el cielo, de modo que esta semana la misma FELGTB instaba a las autoridades a actuar al respecto.

Asociación de Trans No Normativos

La sorpresa ha venido cuando se ha conocido la creación de una “asociación de trans no normativos”, la TNN, con cerca de unos 200 afiliados, que ha agrupado a dichas personas y que ahora se ha rebelado contra el establishment queer esgrimiendo los mismos argumentos que ellos suelen usar para quienes disienten desde el puro sentido común: negación de la diversidad, transfobia, invisibilización, etc.

Los dos bandos están instando a la fiscalía a investigar delitos de odio, de modo que los jueces pueden verse envueltos, a corto plazo, en pleitos de una inconcreción memorable, en los que se haya de dirimir, por ejemplo, qué distingue a la soldado Francisco de figuras como la Barbie Rubia o Emma Colao a nivel de identidad de género. A primera vista, solo factores como la manicura o el uso de zapatos de tacón parecen ser diferenciales, pero estos detalles no pueden ser respaldados por ninguna interpretación de la ley trans.

En la raíz del problema están las legislaciones de discriminación positiva en favor de la mujer en todos los ámbitos laborales, que pueden ahora ser aprovechados por los hombres con solo hacer una visita al Registro Civil y cambiar, en su DNI, la letra indicativa del sexo registral. Si le sumamos el hecho de que las televisiones han descubierto un filón con el que generar contenido muy seguido en redes sociales, se entenderá que tenemos polémica para rato.

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