Montaje Puigdemont i Pere Aragonès
POLÍTICA

Carles Puigdemont se quiere comer a ERC

El expresident vuelve a verse con fuerzas para marcar el relato procesista

Preparados, listos, ya. Llega otra jugada maestra de Carles Puigdemont, el irreductible galo procesista que está a punto de volverle a robar la cartera a su enemigo íntimo Oriol Junqueras. Pese a los tristes resultados de Junts el pasado domingo, donde perdieron un diputado y casi 140.000 votos, Puigdemont ha vuelto al centro del tablero político. La voluntad de Pedro Sánchez de ser presidente a toda costa sitúa a Junts otra vez como un actor político con cierto peso en Madrid.

Las cartas de la política catalana han variado en tan solo una semana. El procesismo se va apagando elección tras elección, pero ahora es necesario para el PSOE. Y Carles Puigdemont ve en ello una nueva oportunidad para engatusar a Esquerra y volver a ser el partido mayoritario de los procesistas. Porque, más allá de saberse si dará su apoyo a Pedro Sánchez, lo que está claro es que Puigdemont quiere volver al centro del tablero.

El apoyo incondicional de Gabriel Rufián al PSOE deja a Esquerra con poco margen de negociación. Está claro que deberán conseguir algo, aunque sea poca cosa, para contentar a una militancia cada vez más enfadada con su dirección. La única salida digna que le queda a ERC es ir de la mano de Junts y buscar una negociación colectiva con el PSOE, aún con el riesgo de acabar bloqueando el Congreso.

Y esto precisamente lo que ya está ofreciendo Carles Puigdemont. Capitalizar con su figura una ronda de contactos con PSOE y Sumar a partir de acuerdos del procesismo. Volver a juntar a ERC, Junts, la ANC y Òmnium en una misma mesa para trazar una nueva hora de ruta. En resumen: volver a pivotar el procesismo a partir de la figura del expresident fugado a Waterloo. 

Los objetivos de Puigdemont

Carles Puigdemont persigue en su estrategia dos cosas. La primera, acabar con sus causas penales abiertas y poder volver a Cataluña sin pasar cuentas con la jusiticia. La famosa "amnistía para los represaliados" que en el fondo busca su interés particular. Y parece que podría conseguir que el PSOE lo escuchara y repitiera la fórmula de los indultos para conseguir su investidura.

Imagen de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont mirando cada una para un lado

ERC además no podría negarse, ya que Puigdemont se pondría bajo el paraguas de todas las causas abiertas que aún hay, de modo que a Junqueras no le quedaría más remedio que tragar. Otra vez.

El segundo objetivo de Carles Puigdemont es en clave puramente catalana. Si consigue centralizar la negociación podría volver a situar Junts como la primera fuerza procesista. Si llega a un acuerdo ambicioso le diría al votante indepe que él sí que sabe sacar rédito, no como Esquerra. Y si al final no hay investidura, no sería simplemente culpa de Junts, sino que habría arrastrado a ERC al monte. 

Seguro que la jugada les suena. En 2017, tras el uno de octubre, ERC se veía ya como ganadora, pero Puigdemont supo convertirse en el tótem del independentismo. Les convenció que volvería, que había batalla por librar y la gente le compró el relato. Junts ganó, el expresident se quedó en Waterloo.

Ahora, Puigdemont tiene delante de él una oportunidad parecida. La debilidad de Pedro Sánchez le otorga la capacidad de volver a ser un actor político y marcar la agenda en Cataluña. Parece una película de terror de las del domingo por la tarde, pero es así. El procesismo siempre tiene sorpresas para regalarnos.

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