Imagen detalle de una chaqueta de los Mossos d'Esquadra
POLÍTICA

Los ataques a la policía en Cataluña desatan una guerra entre agentes e instituciones

Los sindicatos se plantan ante lo que consideran un abandono inaceptable de las instituciones y los mandos policiales

El enésimo episodio de violencia en Cataluña, esta vez en el barrio leridano de La Mariola, ha precipitado una guerra entre sindicatos policiales e instituciones. SAP-FEPOL y USPAC, las principales organizaciones sindicales de Mossos d'Esquadra, han cargado contra la complicidad política con la delincuencia en Cataluña. También han denunciando la dejadez de funciones de los mandos policiales.

Un grupo de policías con chalecos reflectantes y cascos blancos está en una calle junto a motocicletas mientras una persona está sentada en el suelo.

El conflicto estalla después de que una turba atacara a la policía en Lérida, el domingo, dejando a seis agentes heridos. Los agentes fueron atacados con inusitada violencia, con piedras, palos y barras de hierro. Esto ha sido la gota que ha colmado la paciencia de los mosos.

En sendos comunicados, los sindicatos señalan claramente a los sectores sociales y políticos que llevan años desautorizando la labor policial. Se refieren al blanqueamiento sistemático de la violencia antisistema, que ha guiado la política de los gobiernos catalanes durante la última década. La culminación fue la retirada de la defensa jurídica de los agentes, en el último gobierno de ERC.

El ayuntamiento dice que son 'hechos aislados'

El divorcio de los sindicatos con las instituciones se percibe en las declaraciones del gobierno municipal de Lérida tras lo acontecido. La teniente de alcalde y concejala de Seguridad, Cristina Morón, calificó los hechos como "una pelea puntual" en un "punto específico, focalizado e identificado". Morón insistió en que "no se trata de una situación habitual ni generalizada" en el barrio.

Esto ha hecho estallar a los sindicatos policiales, que llevan tiempo advirtiendo de la deriva de barrios como el de La Mariola en Lérida. "No son hechos puntuales", han reiterado. Advierten de que la situación en Cataluña está fuera de control, y de que esto puede ser solo el preludio.

De hecho, el conflicto entre agentes y mandos estalla ahora pero viene de más lejos. Los sindicatos rompieron el silencio tras los altercados de Salt,jaleados por los medios públicos y subvencionados, y por la CUP en el Parlament. Entonces advirtieron de que aquello era solo el preludio.

Una mujer hablando en un micrófono en un entorno formal con asientos rojos al fondo.

Semanas después estalló otro conflicto parecido en Mataró, donde decenas de inmigrantes atacaron violentamente a la policía. Estos hechos y los de La Mariola se suman al problema enquistado de la violencia en barrios como Font de la Pòlvora, en Gerona, y La Mina o San Cosme. En estas zonas la conflictividad comparte un rasgo en común, la pérdida de cualquier respeto a la autoridad.

Solos ante el aumento de la delincuencia

La sensación de pérdida de control del orden público en Cataluña coincide ahora con la tensión entre agentes e instituciones. Esto consolida la idea de que los agentes están garantizando el orden público sin el apoyo necesario de sus mandos o de los poderes públicos. Algunas veces, incluso, con esos poderes en su contra.

El divorcio entre los policías de base y sus superiores se ha visto ante el intento de suavizar de cara a la opinión pública la situación de la delincuencia en Barcelona. El ayuntamiento de Barcelona y los mandos policiales idearon el Plan Confianza para transmitir mensajes de optimismo sobre los datos delincuenciales en la ciudad condal. Las patrullas reaccionaron con estupefacción, y alertaron de que la situación es mucho peor de lo que transmiten las autoridades.

Policías con equipo antidisturbios frente a vehículos con luces azules encendidas en una calle iluminada por la noche.

Al final la sensación que queda es que los agentes están llevando solos el peso de hacer frente al aumento descontrolado de la violencia y la delincuencia. Ni tienen el apoyo unánime y sin fisuras de las instituciones y poderes públicos. Ni tampoco se sienten acompañados por un sistema que premia a los delincuentes dejándolos en la calle.

Los agentes llevan tiempo quejándose de que su labor acaba siendo inútil debido a unas leyes demasiado permisivas y a un sistema colapsado. En sus últimos comunicados piden más seguridad jurídica y leyes que castiguen más duramente las agresiones a los policías.

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