El alquiler más caro de España: el problemático legado de Ada Colau
Alquilar una habitación en Barcelona es más rentable que alquilar un piso en once capitales de provincia
Una de las noticias más mediáticas de estos días es que la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, abandonará el Ayuntamiento. Según ha informado ella misma, su intención es organizar una suerte de “internacional municipalista” para hacer frente a la crisis de la izquierda global. Por lo demás, deja intacta la crisis de la izquierda catalana.
Más allá de sus méritos y aciertos, la exalcaldesa deja un legado cuestionable. Y el problema es que este legado afecta a asuntos prioritarios para la ciudadanía, y no solo a disputas ideológicas.
Entre estos problemas, destaca el de la vivienda, que es una bomba de relojería para casi todo el mundo. En particular, para el PSC, que ahora controla Palau y el Ayuntamiento.
Ilusiones frustradas
El problema de la vivienda en Barcelona no se le puede imputar por completo a Ada Colau, pero sí se le puede imputar el hecho de haber desarrollado unas políticas (incluso un relato) contraproducentes. Peor aún: a la exalcaldesa se le puede reprochar haber generado frustración entre la ciudadanía.
Durante los ochos años que Colau estuvo en el consistorio (2015-2023), el precio medio de la vivienda en Barcelona aumentó en 400 euros: se trata de un incremento de un 50% en ocho años. Así mismo, sus intentos de controlar el alquiler turístico fueron contraproducentes: la justicia tumbó su decreto urbanístico y eso obligó al alcalde Collboni a otorgar 900 licencias turísticas más.
De la misma manera, el que fuera uno de sus grandes reclamos electorales, la vivienda pública, también ha sido un fracaso. En su día, la candidata a alcaldesa prometió que obligaría a los promotores a destinar un 30% de su producción a vivienda pública ¿El resultado? Ocho pisos: en Barcelona, se han hecho ocho pisos de vivienda pública en cinco años.
La habitación más cara de España
Ayer, y coincidiendo con el anuncio de la marcha de Ada Colau, el portal Fotocasa ponía cifras a la otra cara del mercado inmobiliario: el alquiler de habitaciones. Los datos son preocupantes.
Desde 2015, el precio del alquiler de habitaciones en España ha aumentado un 90% y, en el caso de Cataluña, la situación es peor. En esos nueve años, el precio de una habitación en Cataluña se ha doblado, empujado en gran medida por el precio de Barcelona, que tira de la media a todos los efectos.
Con 638 euros de media, la capital catalana tiene el alquiler de habitaciones más caro de España. Esto lleva a que una habitación en Barcelona sea más cara que un piso de 80 metros cuadrados en once capitales provinciales de España.
Por otra parte, la situación de la ciudad condal es tan tensa que, a pesar de que su subida interanual está por debajo de la media española, todavía mantiene el alquiler de habitaciones más caro de España.
Y el aumento del precio de las habitaciones no se traduce en una reducción del alquiler convencional. Nada más lejos de la realidad. El precio medio de una vivienda en Barcelona ha aumentado un 21,06% en un año: con 27,77 euros por metro cuadrado, Barcelona encabeza otra vez el podio del alquiler más caro de España para una vivienda estándar.
Las causas
Además de la enorme captación demográfica de Barcelona, el aumento del precio de las habitaciones responde a una lógica del mercado. Y esta no es otra que la que lleva a los propietarios a maximizar los beneficios - aprovechar la coyuntura - al mismo tiempo que intentan sortear la inseguridad jurídica sobre el alquiler convencional.
Es decir, se trata de un cóctel explosivo de i) crecimiento demográfico que tira de la demanda; ii) la presión del alquiler turístico (reducción de la oferta); y iii) intervenciones legales que complican el problema.
Por todo esto, ESADE ya advirtió - en referencia al control de alquileres en Cataluña en 2020 - que “la Ley que limitó los alquileres en Cataluña solo redujo el precio del alquiler en las viviendas más caras, y de hecho produjo una subida a las más baratas: benefició principalmente a los hogares con mayor poder adquisitivo y pudo haber perjudicado a los de menor capacidad (…) La norma actuaría aquí en sentido contrario al buscado”.
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