Se va Ada Colau: las 5 manchas negras de su legado en Barcelona
Llegó con aspiraciones de transformación y se marcha con la oposición de amplios sectores a la dercha y a la izquierda
Este viernes se oficializa el adiós de Ada Colau de la política, aunque no sabemos si para siempre o para volver. La exalcaldesa de Barcelona quiere tomarse un respiro antes de intentar un nuevo asalto en las elecciones municipales de 2027. Con su adiós en el pleno municipal de hoy pone el cierre a una etapa de diez años, con un legado más plagado de sombras que de luces.
Ada Colau llegó a la alcaldía por sorpresa en 2015, procedente del activismo social y aupada por los aires de cambio insuflados por el 15-M. Llegó como bastión de los “ayuntamientos del cambio” de Podemos, y se va como consagración de su fracaso. Estos son los cinco grandes fiascos de Ada Colau, a la que casi nadie echará de menos.
La vivienda, su gran fracaso
Procedente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ada Colau tomó la vara de mando prometiendo solucionar el problema de la vivienda. Ocho años después de su gobierno, el precio de la vivienda en Barcelona había aumentado 400 euros (un 50% más que cuando llegó). Ni siquiera consiguió cambiar el modelo turístico, ya que la justicia tumbó su decreto urbanístico y obligó al alcalde Collboni a ampliar las licencias.
Aunque el problema de la vivienda es estructural y va más allá de Barcelona, el fracaso de Ada Colau en esta carpeta es más llamativo. Tratar de controlar el mercado ha provocado un aumento de los alquileres y la paralización del sector de la construcción.
El colofón ha sido su permisividad con el movimiento okupa, que ha contribuido de forma notable al aumento de la delincuencia especialmente en los barrios más degradados del centro.
La imparable degradación
Esto ha sumido Barcelona en un imparable proceso de degradación que se ha acelerado de forma preocupante en el segundo mandato de Ada Colau. El buenismo de las políticas de seguridad y el abandono de la limpieza han llevado a barrios de Ciutat Vella o el Eixample a una grave tercermundización. Vecinos del Raval, el Gòtic y Sant Antoni Abat conviven a diario con la delincuencia y la degradación del espacio público.
Los datos de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra revelan un preocupante aumento de la delincuencia, que se ha trasladado de la periferia al centro. Los hurtos y la multirreincidencia, en la calle y en el metro, son manifestaciones de esta realidad. En paralelo, sobreviven espacios de impunidad como la okupación y los narcopisos, heredados del modelo colauista.
Las superilles, a juicio
Junto a la vivienda, Ada Colau apostó fuerte por el proyecto de las superilles que tenía que ganar terreno para los peatones y quitárselo a los coches. El resultado ha sido una retahíla de juicios y demandas que han obligado al ayuntamiento a desmantelar transformaciones verdes como la del Consell de Cent, que costó 25 millones de euros.
Es cierto que el proyecto de las superilles ha sido reconocido internacionalmente e incluso ha ganado premios. Pero Ada Colau quiso desplegar el proyecto saltándose el procedimiento legal, y eso añade tensión y resta credibilidad a las políticas municipales.
Además, la guerra de los Comuns contra los coches ha provocado muchos problemas para los trabajadores que pagan de bolsillo los efectos del ecologismo. Vivir en Barcelona es hoy más caro, sobre todo para quienes trabajan y tienen que utilizar el coche. A lo que hay que añadir los impuestos asfixiantes.
Una agencia de colocación
También ha sido muy criticado su mandato por haber convertido las instituciones municipales en una agencia de colocación de los Comuns. Empezó su mandato con las críticas por la colocación de su marido, y a lo largo de estos años dirigentes como Janet Sanz han acumulado decenas de cargos con salarios astronómico. Algo muy distante de la austeridad que pregonaban cuando llegaron a la alcaldía.
El caso más flagrante es el del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), un ente público en el que se acumulan los altos cargos de direcciones generales que rozan los 100.000 euros y no se sabe muy bien para qué sirve. También resulta llamativo el entramado de organizaciones y entidades sociales, desde las plataformas de la vivienda hasta los observatorios, que siguen viviendo del erario público al servicio de los Comuns.
La idea de que los Comuns han destrozado Barcelona mientras se enriquecían en sus sillones ha sido clave para la derrota electoral de las últimas municipales. Y explica también la caída de la popularidad de Ada Colau, cuya forma de hacer política basada en el enfrentamiento y el ego personal tampoco ha ayudado.
La Copa América, el broche
Ada Colau se va además con el escándalo de la Copa América, que su gobierno trajo a Barcelona y del que ahora reniegan. Pero además, ha sorprendidola falta de autocrítica de la exalcaldesa de Barcelona ante un evento que contradice totalmente el modelo de sostenibilidad que reivindica el colauismo. Las críticas han venido sobre todo de la izquierda, lo cual refleja el fracado de Ada Colau y su gobierno a la hora de transformar la ciudad en un sentido progresista.
Ha sido el broche final de una alcaldesa que también ha tenido aciertos, pero que se va con muchos sectores en contra tanto la derecha como a la izquierda.
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