Montaje con un primer plano de Sílva Orriols y de fondo una imagen desenfocada del hemiciclo del Parlament con varios diputados sentados
OPINIÓN

El veto del Govern a Sílvia Orriols

Vetando a su alcaldesa, la Generalitat menosprecia a toda una localidad. Los que se llenan la boca diciendo que ‘esto va de democracia’, no aceptan el resultado de las elecciones. Parece que Ripoll no tiene derecho a decidir


Este martes, la Generalitat vetó a Sílvia Orriols de un acto con empresarios y representantes políticos. Lo denunció la líder de Aliança Catalana y posteriormente la portavoz del Govern lo confirmó, alegando que “no comparten espacio con la extrema derecha”.

Podrán decir que este veto forma parte del cordón sanitario que, desde el pasado mandato, le aplican a la líder de Aliança Catalana. Sin embargo, aplicar un cordón sanitario es una estrategia política para no pactar, debatir ni aprobar medidas con un partido en concreto y así aislar una formación y no comprar su agenda política. Otro día ya hablaremos si es una estrategia de éxito o no -que viendo el caso de Sílvia Orriols, que pasó de 1 a 6 concejales a pesar del cordón sanitario que le hicieron en el anterior mandato, no parece precisamente un plan sin fisuras-. Pero lo que hizo esta semana el Govern no es un cordón sanitario, es una falta de respeto a todos los ciudadanos de Ripoll, que es algo muy distinto.

En este acto con empresarios, Sílvia Orriols estaba invitada como alcaldesa de todos los ripolleses, no como líder de Aliança Catalana. Patrícia Plaja, portavoz de la Generalitat, siempre dice que el ejecutivo de Pere Aragonès es un “Govern de todos los catalanes”. Pues Sílvia Orriols, lo mismo. Este veto no es un veto a Sílvia Orriols, ni siquiera al 30% de ripolleses que la votaron. Es un veto a todo Ripoll. Porque ella, les guste o no, ahora mismo representa a todo el municipio.

Sílvia Orriols en una rueda de prensa en Ripoll el 14 de junio de 2023

Los que siempre se llenan la boca de “esto va de democracia” o del “dret a decidir”, ahora no les gusta lo que han decidido los ripolleses en las urnas. El Govern justifica su posición diciendo que “no comparten espacio con la extrema derecha”. Vivimos unos tiempos en los que se está banalizando por encima de todas las posibilidades la etiqueta “extrema derecha”. Pero mientras gran parte del establishment se niega a afrontar debates como el control migratorio o la inseguridad en las calles, los que sí lo hacen seguirán sumando apoyos en las urnas y ganando fuerza en los parlamentos. Y cada vez tendrán más difícil “no compartir espacios” con ellos. Si no, que miren la tendencia que vive Europa en los últimos años, con el ejemplo más reciente de los Países Bajos.

En Cataluña, no sabemos qué pasará en las próximas elecciones en el Parlament, previstas para 2025 si no se acaban adelantando. Ni siquiera lo podemos intuir porque el Centre d’Estudis d’Opinió no pregunta por Aliança Catalana. Pero no sería de extrañar que los que no se atreven a hablar de ciertos temas, acusan a todo el mundo de “extrema derecha” y se dedican a vetar cargos electos, se acaben llevando una sorpresa.

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