La invasión del Valle de Arán
20 de agosto de 1944, Apenas han pasado unas semanas desde que los aliados desembarcaron en Normandía, el avance es demoledor. Tolosa, en el sureste francés, ha sido liberado
20 de agosto de 1944, Apenas han pasado unas semanas desde que los aliados desembarcaron en Normandía, el avance es demoledor. Tolosa, en el sureste francés, ha sido liberado. París lo será cuatro días más tarde.
Tolosa, o Toulouse, es la capital de la Occitania oriental, durante toda la Guerra ha pertenecido a la Francia del octogenario mariscal Petain, el héroe de Verdún que es evacuado a Alemania contra su voluntad. Grupos de guerrilleros han estado durante meses hostigando a las tropas alemanas y a la policía colaboracionista. Están bien preparados, con sobrada experiencia militar, llevan sobre sus improvisados uniformes los galones de oficiales franceses, pero el idioma con el que se comunican los delata al instante, son españoles.
Uno de sus líderes es el coronel Vicente López Tovar, antiguo comandante de milicias del Ejército Popular de la República y el último de los jefes de la mítica 46 División, la que había mandado en tiempos de mayor gloria Valentín González, El Campesino.
El Partido Comunista es el más y mejor organizado de las agrupaciones de guerrilleros españoles. Como el resto de los grupos de la resistencia francesa, se les conoce como “maquis”, pues es en la maquia donde se camuflan para cometer actos de sabotaje, para asestar sus emboscadas, para progresar hacia objetivos vitales que son destruidos con un golpe de mano.
Su arma principal es el versátil y ligero subfusil STEN de 9 milímetros con su característico cargador lateral.
Vicente López Tovar está instalado en Chalabre, un pueblecito de Ariège, sus unidades de guerrilleros han sufrido muchas bajas. Allí se reúne con responsables del Partido Comunista de España. Existe en el ambiente una sensación de que, tras liberar Francia, España debe correr la misma suerte, es para lo que han estado combatiendo, para tener la oportunidad de regresar a su patria, porque no tienen complejo alguno en emplear esa palabra.
En una de las reuniones le proponen invadir España por el Valle de Arán, el coronel lo ve como una idea feliz sin fundamento. Piensa que es solo una de esas ocurrencias que súbitamente afloran acompañadas por el éxito rotundo de las tropas aliadas. Pero, es en una segunda reunión posterior, cuando se le garantiza que, en España, hay miles de almas deseosas de sublevarse contra el régimen y que él, un hombre con tan dilatada experiencia y con un enorme prestigio entre los franceses, debe ser quien lidere la parte principal de tan compleja operación.
El guerrillero no sale de su asombro, sus armas y su estructura están ideadas para sabotajes, no para combatir a un Ejército organizado en campo abierto. Los oficiales de su Estado Mayor confirman sus temores, piensan, como su jefe, que la cúpula del Partido no tiene los pies en la tierra.
En Francia se acababa de crear la Unión Nacional Española y los oficiales que la formaban creían que en España nadie conocía de tal organización ni de sus pretensiones, por lo que les parecía muy extraño que de verdad existieran miles de ansiosos futuros soldados esperando a sumarse a sus filas.
Para afianzar su teoría y exponerla ante los líderes del PCE, Tovar envía a varias pequeñas partidas de reconocimiento a que crucen la frontera e informen de la situación real. Inmediatamente se da cuenta que nadie las apoya en territorio nacional, la gente las recibe con indiferencia y no quieren más problemas. La Guardia Civil, en ocasiones, les espera apostados como si supieran sus itinerarios y sus planes. Todo hace presagiar que la valoración que ha hecho el PCE no es correcta.
A pesar de sus protestas, el 21 de septiembre de 1944, se le da orden por escrito de formar y organizar la 204 división de guerrilleros con el objetivo de invadir el Valle de Arán.
Tovar recuerda en sus memorias como la cúpula del partido se había marchado a la URSS al finalizar la Guerra Civil mientras medio millón de refugiados quedaban abandonados a su suerte en campos de concentración franceses. En esta ocasión, el veterano soldado sabe que tiene todas las de perder, pero su sentido de la disciplina le impide hacer más que informar constantemente de lo erróneo de ese movimiento.
La 204 división debía asumir el esfuerzo principal en la invasión a través de los Pirineos, su misión era la de penetrar en el valle de Arán y establecer un Gobierno de la U.N.E. en aquel lugar.
Tovar reúne a su Estado Mayor y presenta su dimisión, ve en todo aquello una locura para que los altos líderes del partido se desplacen a Francia y se anoten un tanto de prestigio, sin importarles las vidas de sus hombres. Sus oficiales le piden que continúe y se pone a las órdenes del jefe de la Agrupación de Guerrilleros. La orden le parecía completamente descabellada: Entrar en el Valle, proclamar la República y esperar a que, desde dentro, el pueblo se subleve.
El coronel se focalizó en planear la retirada una vez el plan fracasara, pues esa era su predicción y su objetivo fundamental se convirtió en tratar de minimizar las bajas propias.
La 204 ivisión estaba compuesta por, nada más y nada menos, 11 brigadas. Una brigada es una unidad de entre 3000 y 5000 efectivos. Sin embargo, las brigadas de Tovar apenas tenían 300 o 400. La propaganda emitida a través de radio Toulouse para que los españoles acudieran en masa a componer este Ejército de liberación, no había tenido el éxito esperado. Por otra parte, se esperaba que miles de voluntarios se fueran incorporando a las escuetas brigadas para que fueran completando sus filas. Las compañías apenas eran una treintena de hombres, una mezcla de veteranos de la Guerra Civil y jóvenes que habían cruzado la frontera en el 39 siendo unos niños y que ahora se aprestaban a recuperar la tierra de sus padres. En sus brazos un brazalete con la bandera republicana y las iniciales U.N.E. es lo que les distingue como fuerza armada y les permitirá exigir ser tratados como prisioneros de guerra en lugar de como vulgares delincuentes.
El primer intento de la Agrupación, como maniobra de diversión, fue la de penetrar por la frontera con Navarra y tratar de concentrar allí las tropas de Franco, de esa manera, los que debían asumir el esfuerzo principal días más tarde podían aprovecharse del movimiento de soldados hacia Navarra y tendrían un tiempo precioso para poder fortificarse. No obstante, la penetración por Navarra acabó en un desastre absoluto.
A pesar de que todo hacía presagiar la misma suerte para la 204 división, se cumplió con la orden de iniciar movimiento hacia el sur el día 19 de octubre.
Las primeras incursiones tienen distinta suerte. La 7ª Brigada consigue entrar sin resistencia por el Puente del Rey y se establece allí para asegurar el repliegue del resto de la división, en las Bordas se da el primer combate, los guerrilleros hacen más de un centenar de prisioneros entre guardias civiles y soldados. A pesar de la defensa de los sorprendidos militares, se ha conseguido el objetivo.
En tan solo un par de días comienzan a tener serios reveses. Tovar no se atreve a atacar Viella porque no siente que la población tenga un ápice de entusiasmo en apoyarles, más bien todo lo contrario. Sus peores predicciones se estaban cumpliendo. De hecho, el plan del general Moscardó, jefe de la Región Militar de Cataluña era que los guerrilleros se empeñaran en atacar la capital del valle y poder cortarles la retirada.
La meteorología se aliaba también con los defensores, la nieve y un intensísimo frío dificultan cualquier operación. Poco a poco el Cuerpo de Ejército de Urgel va posicionándose para rodear a los guerrilleros. Detrás de las tropas españolas están los generales Moscardó y Yagüe que conocen sobradamente el plan de la invasión y tienen más de 50.000 efectivos esperando para acabar con todos los infiltrados, unos 7.000 en total.
Las brigadas, que tienen como misión asegurar las zonas exteriores del Valle, se van retirando y se concentran en el mismo, Tovar tiene miedo de que aquello se convierta en una ratonera. Se siente abandonado, no recibe instrucciones claras y poco a poco va descubriendo como otras unidades ya se han replegado, en apenas dos días y prácticamente sin luchar.
Tovar había dado órdenes expresas de respetar a la población civil y, sobre todo, a las iglesias de las aldeas, porque lo último que necesitaban eran fotografías en prensa de los republicanos españoles, una vez más, quemando edificios religiosos.
Tres de las brigadas se encuentran en vértices en los exteriores de Viella, su misión es hostigar las entradas y salidas de la población, pero sin pretensión de adentrarse en ella, pues piensa que esa es la trampa de los generales de Franco.
Los Batallones estaban armados con subfusiles, unos pocos fusiles por compañía para aumentar precisión y alcance, una ametralladora Brno para cada 10 hombres y algunos lanzagranadas. Un par de antiaéreos recogidos de los alemanes y mucho explosivo británico, incluido el plástico, desconocido hasta entonces por las tropas españolas.
El día 25, menos de una semana después de haber recibido la orden de invasión, llegan noticias del avance de baterías de Artillería de Montaña del Cuerpo de Ejército de Urgel. Se comienzan a escuchar las detonaciones de los proyectiles saliendo de las bocas de los obuses. Tovar sabe que si se cierra el cerco no tendrán posibilidad alguna de escapar. El día 26 ordena a las tres brigadas que estaban hostigando Viella que comiencen a replegarse discretamente, sin cesar el fuego para hacer creer que no piensan retirarse.
El 27 ordena a todos los jefes de brigada que todos los pequeños grupos dispersados en la montaña se replieguen a puntos de reunión previamente establecidos y se preparen para ser evacuados. Solicita camiones para agilizar el movimiento hacia Francia.
La Artillería agudiza su fuego, ahora contra las pequeñas patrullas que se mueven por la montaña cumpliendo las órdenes de replegarse. Lo primero es evacuar el Valle de Arán. El coronel cree que el avance de las tropas se realizará al día siguiente para caer sobre el Valle, por lo que planea abandonarlo aprovechando la oscuridad de la noche del día 29.
El día 28 aparece Santiago Carrillo en el Puesto de Mando de Tovar. El coronel duda por un momento, no le confiesa que ha dado ya la orden de evacuación prefiere esperar la impresión que le produce el líder comunista, ya que las pretensiones de Tovar son por iniciativa propia y sin contar con las órdenes del Partido. Confiesa a Carrillo que le parecía una barbaridad tener que enfrentarse con un Ejército Regular y que se había manifestado en contra de ello desde el principio. Que ahora estaban siendo atacados por artillería en el sector de Viella. Carrillo le pregunta cuánto tiempo necesita para evacuar y el coronel, respirando aliviado, le dice que él se ocupará y se hará de forma rápida y con las mínimas pérdidas posibles.
Por supuesto no confesó que la orden ya estaba dada y esta se ejecutó según lo previsto tras la medianoche del 29 de octubre de 1944, cuando la 204 división se replegó a Francia. Los más de 300 prisioneros fueron entregados en la frontera a las autoridades francesas.
La ordenada retirada de Tovar y su poca fe en seguir el plan previsto por sus superiores, evitó una catástrofe como la acontecida a las brigadas ajenas a su división que habían cruzado la frontera unos días antes.
El Ejército y la Guardia Civil tuvieron un total de 32 muertos y 216 heridos, mientras que la Agrupación de Guerrilleros tuvo 129 muertos, 241 heridos y 218 prisioneros.
Esta fue la primera y última intentona militar de derrotar a Franco, unos meses después, en las conferencias de Potsdam y Yalta, la nueva situación geopolítica mundial y la rivalidad entre Stalin y Churchill, hizo que la suerte se alineará con el régimen… pero esa es otra historia digna de ser contada.
Más noticias: