El líder del PP, Alberto Núñez Feijoo en la celebración del Foro la Toja Vinculo Atlántico
OPINIÓN

La teoría de las 5 fases y el PP

A poco que observemos la polarización y bloqueo político que existe en nuestro país, nos daremos cuenta de que esa situación se debe, en gran parte, al estado de ira en que se halla instalado el Partido Popular

La teoría de las 5 fases del duelo, de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, es uno de los procesos psicológicos más reconocidos en todo el mundo. Esos cinco estadios son la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación, y tienen lugar en mayor o menor grado siempre que sufrimos una pérdida.

En opinión de los expertos, la pérdida de cualquier objeto de apego provoca un duelo, si bien la intensidad y las características de este pueden variar en gran medida en función del grado de vinculación emocional o de la propia naturaleza de la pérdida. Las pérdidas no siempre son físicas, sino que también pueden tener un carácter abstracto.

Pues bien, a poco que observemos la polarización y bloqueo político que existe en nuestro país, nos daremos cuenta de que esa situación se debe, en gran parte, al estado de ira en que se halla instalado el Partido Popular. El 1 de junio de 2018, Pedro Sánchez ganaba la moción de censura que había interpuesto contra Mariano Rajoy. Ese giro en el guion político dejó tan descolocados a los líderes del PP que 5 años después aún siguen sin brújula y sin norte.

En un principio, negaron las evidencias y quisieron quitarle toda la legitimidad democrática a aquel hecho, pensando que aquello sería muy similar a una tormenta de verano. Sin embargo, cuando comprendieron que lo de Sánchez iba en serio, montaron en cólera y entraron en la fase que en la teoría sobre el duelo, de la psicóloga Kübler-Ross, califica de ira y ahí siguen. 

Hemos visto como, tras la investidura de Pedro Sánchez, Núñez Feijóo ha remodelado buena parte de su equipo para dar la batalla en esta legislatura que acaba de comenzar. La cuestión es que leer la lista de los nombres que van a ser la voz de los populares en el partido y en las instituciones no invita a la tranquilidad, más bien todo lo contrario: pone los pelos de punta.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijoo en la celebración del Foro la Toja Vinculo Atlántico

Alberto Núñez Feijóo, “político de perfil moderado” —decían sus acólitos—, llegó al liderazgo del PP, en abril de 2022, con la promesa de “sacar la política española del enfrentamiento, de la hipérbole permanente”. Sin embargo, los hechos están desmintiendo las palabras, porque a la hora de renovar las caras más visibles del grupo parlamentario, ha situado al frente del mismo a auténticos hooligans de la política. Es el caso del nuevo portavoz, Miguel Tellado, un personaje para quien Pedro Sánchezdebería irse de este país en el maletero de un coche”. No obstante, Miguel Tellado no es el único perfil duro que ha nombrado el presidente popular en la remodelación orgánica, Feijóo ha situado, también, como portavoces adjuntos a Cayetana Álvarez de Toledo, a Rafael Hernando y al exdiputado de UPN Sergio Sayas, individuos que se identifican sin complejos con el ala más dura del PP. Por si alguien tenía alguna duda, que diputados de ese perfil sean el núcleo duro del PP en el Congreso, da una idea bastante ajustada de cómo puede ser de tensa y bronca esta legislatura que no ha hecho más que empezar.

Sé que en estos momentos voy a contracorriente, pero, en mi opinión, sería un gran acierto político y, sobre todo, un beneficio para la ciudadanía que el PP se despojase de viejos perjuicios y aceptase con naturalidad las nuevas realidades que nos han tocado vivir. Que gobierne la izquierda no es una anomalía como piensan los reaccionarios. Lo que es una anomalía es que dos partidos que, atesoran dos de cada tres votos emitidos, sean incapaces de sentarse a negociar por el interés de los ciudadanos que representan. Cuestiones como, por ejemplo, la inaplazable renovación del Consejo General del poder Judicial, una Ley de Educación, un Plan de Vivienda, la reforma del Senado o la renovación del sistema de financiación autonómico son asuntos, de la suficiente enjundia, como para que los dos grandes partidos dejen de mirarse de reojo y se sienten a dialogar con la voluntad de llegar a acuerdos estables y duraderos. 

Porque mientras eso no ocurra, las minorías, con escasa representatividad social y parlamentaria, son las que marcarán el paso de la legislatura y el ritmo de las iniciativas políticas. En el pleno del Congreso de esta semana ya se ha podido constatar la poca fiabilidad de algunos socios de investidura. 

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo durante un acto del Partido Popular con el puño arriba

Según la teoría de las 5 fases a la que me he referido al principio, el fin de la negación (primera fase) va asociado a sentimientos de frustración y de impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. Dicha frustración conlleva, a su vez, la aparición del enfado y de la ira. En esa etapa de ira la persona (léase aquí organización política) busca atribuir la culpa de la pérdida a algún factor, normalmente externo. Sería en alivio para todos y un gran avance para la convivencia que los populares superasen esa fase sicológica en que están atrapados, salieran de su empecinamiento y entraran en el ámbito de la negociación. Es decir, dialogar, negociar y pactar. El día que eso suceda todos saldremos ganando y la política, en nuestro país, habrá entrado en una etapa de normalidad. 

Y esa, no cabe duda, sería una gran noticia.

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