
La Taberna Garibaldi: un elogio
Como siempre digo, es importante que los malvados estén entretenidos para que el resto vivamos en paz

Mucha broma está haciéndose en las redes sociales acerca del crowdfunding de la Taberna Garibaldi, pero la cosa parece que está funcionando y Pablo Iglesias, en el momento en que se escribe esta crónica, ha recaudado más de 115.000 € para mover su negocio a un nuevo emplazamiento.
Como hemos explicado en otras ocasiones, es importante que los malvados estén entretenidos en algo, para que el resto podamos vivir en paz. ¿Qué Pablo Iglesias quiere jugar a tener una versión piojosa de Cheers? Adelante, faltaría más. Lo ideal hubiera sido que montara su tugurio en alguna cueva del desierto del Gobi, pero tampoco podemos quejarnos. Lo mismo vale para la pequeña tropa de fanáticos que todavía viven hipnotizados por el Veneno de Galapagar. En vez de intentar volver a las instituciones (de donde fueron higiénicamente desalojados por la masa votante), ¿ahora quieren gastarse su dinero en huevos fritos con chistorra antifascista? Ningún problema, cada uno hace lo que quiere con su colesterol.

En su fase final, el mundo de los Iglesias-Montero ha dejado ver a las claras su carácter violento: en la nueva Garibaldi, aparte de actos políticos, habrá tiempo para "conciertos de cantautores" y "recitales de poesía". Estamos hablando, por tanto, de un establecimiento en el que la clientela será maltratada de forma salvaje, inhumana, despiadada.
De hecho, uno de los socios (el más propenso a excesos líricos) es argentino, de modo que nos podemos hacer idea de la magnitud de la tragedia. Por eso hay que apoyar este tipo de proyectos: de lo contrario, los cantautores argentinos antifascistas se moverán por todas partes, buscando donde poner su huevo. Es importante que estén entretenidos en algún sitio, a ser posible insonorizado, y que no molesten a la población civil.
Siguiendo el camino marcado por su Macho Alfa, sería conveniente que Irene y su grupo de amigas encontraran también algún hobby. Estos meses en el Parlamente Europeo han sido un primer inicio, pero habría que ayudarlas a que pudieran proyectar su tiempo y su energía (su histeria chillona, su estupidez infrahumana) en alguna tarea que las mantuviera ocupadas, a ser posible en la más remota distancia. Quizás alguien las podría convencer para que, ahora que Elon Musk se ha puesto las pilas, se embarcaran rumbo a Marte acompañadas de un grupito de mujeres con pene para montar una colonia transfeminista interplanetaria.

Desde luego, si hicieran un crowdfunding para dejar el planeta Tierra, muchos pondríamos todos nuestros ahorros para apoyar la iniciativa. Todo serían ventajas. También podrían trasladarse a Gaza para vivir junto a los camaradas de Hamás una hermosa utopía de empoderamiento femenino, a base de burkas y lapidaciones. De hecho, los kilómetros de túneles bajo la ciudad de Gaza podrían ser aprovechados: a nivel técnico nada más sencillo que introducir a Irene & Co. en un agujero bajo tierra y luego clausurar la salida con muros de hormigón armado de diez metros de grosor.
Lo único que sabemos a ciencia cierta respecto del futuro de Podemos es que Irene va a ser la candidata a la Presidencia del Gobierno con la idea de "volver a poner en pie la izquierda transformadora", es decir, para seguir cobrando un sueldo de seis cifras y seguir soltando violadores como quien suelta palomas de la paz en una función escolar de fin de curso. Pablo se dedicará a las tortillas de patatas y a su canal de YouTube y pedirá dinero para cuando tenga que pasar la ITV del coche. Asaltar los cielos, esa era la misión: han acabado asaltando el bolsillo de los suyos, eso sí, sin dejar de hacer ruido. Aún nos darán grandes momentos cómicos, disfrutemos del circo mientras dure.
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