Míriam Nogueras con expresión seria en el congreso de los diputados

OPINIÓN

Nogueras, la vaciedad desinhibida del independentismo

El ademán de Míriam Nogueras es el de aparentar burlarse de todo, menos de la causa que representa como portavoz de siete diputados de 350, no es un ademán, se burla de verdad

El ademán de Míriam Nogueras es el de aparentar burlarse de todo, menos de la causa que representa como portavoz de siete diputados de 350, no es un ademán, se burla de verdad, como por ejemplo, de los jueces (los del “Estado vecino”), “unos personajes indecentes” que “en un país normal serían cesados y juzgados de inmediato”. Cribémoslo. 

Está diciendo que España no es un país “normal” sencillamente porque no encaja en la concepción independentista de la normalidad, que consiste en que se les tiene que permitir la secesión de Cataluña, y presume de conocimientos universales de derecho comparado al suponer que países normales cesarían y juzgarían jueces por haber aplicado la ley. 

Nogueras no lo tiene presente, pero los “personajes indecentes” miembros del poder judicial del Estado democrático de Derecho, la protegen. Puede decir lo que dice -en algunos Estados, también democráticos, no lo podría decir-, gracias a una de las Constituciones más generosas de la Unión Europea con la libertad de expresión. 

El artículo 16 de la Constitución Española, que ella denigra y que la gente de su cuerda considera “una prisión que no deja volar a Cataluña”, garantiza la libertad ideológica, cobertura que le permite jugar a escandalizar sin tener que perder el sueño por el grosor de las palabras.

Míriam Nogueras aplaudiendo junto a Josep Rius con una estelada detrás

Si bien, lo único de qué habla, pese a la enormidad de los problemas que nos rodean, es sobre variaciones al tema de Puigdemont, la independencia de Cataluña, y en este asunto los jueces han tenido mucho trabajo por la manera como la han querido imponerla. En todos los países normales los jueces en un asunto pareciendo habrían tenido el mismo trabajo o más, puesto que por todas partes son “personajes indecentes” porque aplican las leyes. 

Nogueras no toca otro tema, ni de pies en el suelo, nunca la hemos oído hablar -y me disculpo por adelantado si hubiera hablado de ello- sobre el salario mínimo interprofesional, el ingreso mínimo vital, la recuperación del poder adquisitivo de los pensionistas, el impuesto a la banca, la regulación del mercado eléctrico o el subsidio por desempleo -y si hablara sería para decirnos que en la Cataluña independiente estas bagatelas del “Estado vecino” habrían sido resueltas de fábula-. Tampoco la hemos oído hablar de cuestiones tan candentes y moralmente tan incómodas como los despiadados bombardeos israelíes de Gaza. 

Qué debe de pensar, Nogueras, ¿de toda esta engorrosa realidad? La pregunta, de hacérsela, le parecería que sobra, ella no se afana en pensar la realidad, sino en huir de la realidad.

Los catalanes no independentistas estamos acostumbrados a la palabrería de los dirigentes independentistas -viven políticamente de esto-, hace años que la escuchamos y la sufrimos, por lo tanto, Nogueras no nos parece una novedad, ni siquiera por el hecho de que es una mujer combativa de firmes creencias (e ignotas ideas). 

Ha habido una presencia destacada de las mujeres independentistas en las cámaras parlamentarias: Núria Gispert, Carme Forcadell, Laura Borràs, Montserrat Bassa, Clara Ponsatí, entre otras. Todas ellas con aportaciones importantes a la teoría política, basta con recordar aquel “Me importa un comino la gobernabilidad de España”, que Bassa espetó a la cara de Pedro Sánchez en la sesión de investidura de enero de 2020.

Míriam Nogueras con expresión seria en el congreso de los diputados

Ni tampoco lo que dice Nogueras en torno al mono tema es especialmente original, lo han dicho antes, y lo continúan diciendo, quienes fueron condenados por los “jueces indecentes” no por lo que decían, sino por lo que hicieron; sin olvidar lo que dice su jefe, Carles Puigdemont, que habla por los codos para tapar su inanidad. 

¿Cuál es, pues, la diferencia, si la vaciedad es la misma? La diferencia es la alegre desinhibición, la modernidad expresiva de Noguera, el arte de saber burlarse sin perder la sonrisa. La palabrería es idéntica, pero expresada de otro modo, sin el tono gris de Quim Torra, la poca gracia de Puigdemont, el fariseísmo de Junqueras, la frivolidad de Ponsatí o la pesadez de Borràs, que todavía va más allá: “Míriam Nogueras se quedó corta, porque por desgracia la lista (de “jueces indecentes”) es muy larga” - ¡lo sabrá ella! -. 

¡Cuidado, Laura! Míriam es un crac, te desbancará, si te descuidas. Le auguramos un gran futuro político dentro del independentismo de élite, con el riesgo, pero, de tener poco que representar, si continúa el bajón de los suyos.