¡No es magia, son tus impuestos!

Ya ha empezado aquella fantástica época del año, ramplona y antigua, en la que todos debemos ajustar cuentas con Hacienda. Digo lo de ramplona y antigua porque parece más una tradición de la que no se ha querido evolucionar que una necesidad imperiosa hoy en día.

Pues con las nuevas tecnologías, la Agencia Tributaria sabe más de todos nosotros que nosotros mismos. Por lo que ya podría aprovechar toda esta tecnología que está a su alcance para realizar las cuentas por nosotros y evitarnos el papeleo de la declaración de la renta.

Pero no les venía a hablar, o mejor dicho a quejarme, de lata que es hacer esto de la declaración. Que de paso sea dicho, aprovecho y lo hago. Sobre todo después de ver que me ha tocado pagar y como “Hacienda somos todos”, decían algunos.

Que le pregunten al Rey Juan Carlos o todos aquellos defraudadores, beneficiados por la amnistía del exministro Cristóbal Montoro, que se fueron de rositas en su tiempo. O que le pregunten a la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Alberto González Amador, a quien por ser quien es, se le está persiguiendo más de lo normal. Incluso filtrando cierta información confidencial a la ministra de turno, aunque con ello la ministra pueda estar cometiendo un delito fiscal.

Pero reitero, no les venía a hablar de esto. Hoy pasaba por aquí para decirles que, a todos aquellos que, como a mí, les toca ingresar dinero en la Agencia Tributaria, lo hizo pensando en que este balance bilateral a favor del fisco servirá para mejorar la vida de muchas personas. De muchos compatriotas españoles que dependen de la solidaridad fiscal.

No, no me refiero a las familias numerosas autóctonas, ni al pequeño empresario hortofrutícola del Empordà al que la competencia desleal le está arruinando el negocio, ni a ese joven de 29 años con dos carreras y un sueldo que sobrepasa por poco los 1.000 euros, pero que no tiene descuento en el cine mientras su padre, jubilado y con una pensión de 2.500 euros, solo paga 2 euros por la entrada.