Imagen de Tomas Molina y Toni Comín
OPINIÓN

Hasta la derrota final

Llegan otras elecciones que servirán para medir hasta dónde alcanza la caída de los partidos procesistas

Editorial Arnau Borràs

El 9 de junio volvemos a votar. Ahora para la configuración del Parlamento Europeo. En los últimos días se están publicando varias encuestas y todas ellas muestran una evidencia: que los partidos procesisas seguirán su caída libre particular.

ERC y Junts afrontan estos comicios con la moral baja. No es para menos. Todavía resuena el batacazo electoral del pasado 12 de mayo en las elecciones catalanas. Y todo apunta que la tendencia seguirá el próximo 9 de junio. Porque, no lo olvidemos, es una tendencia que ya viene de las dos convocatorias del año pasado (municipales y generales).

Esquerra parecen ser los primeros en haber asumido su viaje hacia los infiernos. En las últimas municipales perdieron 300.000 votos, en las generales 400.000 y en las catalanas 180.000. Las encuestas ya auguran que en las europeas también perderán otro buen puñado de apoyos. Y eso que se presentan con el salvavidas de Bildu y BNG, sus homólogos vascos y gallegos que tienen una tendencia inversamente proporcional a la que tienen los republicanos. Solo esto les salvará mínimamente.

Sin embargo, en el partido de Oriol Junqueras ya se empiezan a mover las cosas para mirar de revertir la situación. No para estas europeas, claro, que han decidido presentar a Diana Riba y al meteorólogo Tomàs Molina. No serían precisamente los nombres más estimulantes para el electorado. Pero como mínimo ya se albira un debate profundo en los republicanos de cara al otoño. Menos da una piedra.

No es mucho mejor la situación en Junts. También han ido perdiendo fuelle -aunque presentando a Puigdemont pudieron maquillar en las catalanas lo que a todas luces es una derrota-. Tendrán toda la hegemonía procesista que quieran, pero está claro que su tendencia no es para nada positiva. Y tampoco lo será en las europeas, que presentan a un Toni Comín muy criticado incluso entre los votantes independentistas. Es lo que tiene haber pasado por el PSC, por ERC y por Junts, que la credibilidad de uno queda en entredicho.

El gran problema de los dos grandes partidos procesistas son las recurrentes mentiras que usan para intentar engañar a su electorado. Y el caso de Junts es el más evidente. La última de los juntaires es que, a día de hoy, no está tan claro que Puigdemont vaya a cumplir su última promesa de irse a casa si no es investido presidente.

Del me iré de la política institucional si no consigo ser president a que cada vez aumenten más las voces dentro de Junts para convencer al líder del partido de que no se vaya. Siempre podrá decir aquello de que “el partido me lo ha pedido” y aplazar el proceso que hará ERC en otoño y que más pronto que tarde también tendrán que hacer ellos. En cualquier caso, después se extrañarán si los independentistas siguen engrosando las filas abstencionistas u optan por otras formaciones como Aliança Catalana.

En política, tomar el pelo a la gente -a tu gente- tiene tarde o temprano fecha de caducidad. Y en el procesismo parece que ya han superado con creces esta fecha. Es por este motivo que las elecciones europeas no serán más que otro capítulo de su caída libre. Y que, aunque ahora hablen mucho y hagan ver que sí, no les interesa una repetición electoral en Cataluña. Algo que acerca, un poco más, a Salvador Illa al Palau de la Generalitat.

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