El líder d’Unió Josep Antoni Duran i Lleida va presentar, el 2012, el llibre de Francesc-Marc Álvaro “Enrtre la mentida i l’oblit” juntament amb el també periodista Toni Aira
OPINIÓN

Francesc-Marc Álvaro, el último converso del proceso

Toda la vida próximo a Convergencia para acabar en las listas de ERC en Madrid

Al final llegas a la conclusión de que la conversión es un fenómeno típicamente catalán como el fuet, los castells o los calçots. Proliferan los ejemplos: Francesc Macià se convirtió al independentismo tras haber sido teniente coronel del Ejército español.

Hay una biografía de Joaquín Rivera Chamorro¹ que recuerda que, en esa época, era don Francisco. Recientemente, nos ha deleitado con un artículo sobre otro converso: Lluís Companys, que llegó en este caso a ministro de Marina.

Sus batallas no se cuentan por victorias. Como la de Prats de Molló, que acabó en chapuza. Aunque, todo hay que decirlo, Macià era de la rama de ingenieros. No de la de artillería como Napoleón.

Es curioso porque con tanto historiador suelto nadie se ha atrevido a hacer la biografía definitiva de Macià. Ni la de Companys, por cierto. 

El periodista y escritor Manuel Cruells (1910-1988), que había estado en Estat Català, publicó una en 1971. Pero advierte de entrada que “hemos de bajar nuestras figuras de sus pedestales”². A ver si vamos tendríamos un disgusto con ambos.

Companys fue otro converso. Ya saben la frase que se le atribuye tras salir al balcón el 6 de octubre del 34: “Ahora ya no podréis decir que no soy catalanista”. Parece que lo hizo todo por el amor de una mujer: Carme Ballester.

La declaración del Estado Catalán, contra el gobierno legítimo de la república aunque fuera de derechas, era dentro, sin embargo, de “la República Federal Española”.

Con el proceso ha seguido la moda. El proceso se ha nutrido, en realidad, de conversos que vieron una oportunidad profesional, una jubilación de oro o unas vacaciones pagadas.

Foto de un mítin de Esquerra Republicana con sus líderes Marta Vilalta, Pere Aragonès, Ernest Maragall, Oriol Junqueras y Gabriel Rufián en primer plano

Raúl Romeva pasó, en unos meses, de eurodiputado de Iniciativa a cabeza de lista de Junts pel Sí. Hasta se atrevió a disputar a Artur Mas la presidencia en caso de victoria, que era segura, pero finalmente le dieron un toque y lo dejó correr. Ahora sale de telonero en los anuncios electorales de ERC. Ha engordado.

Ernest Maragall pasó de consejero de Educación con el PSC -y a favor de la tercera hora de castellano- a alcaldable de Barcelona por ERC. Excepto lo de alzarse con la alcaldía no le ha ido mal: fue incluso consejero de Exteriores. 

Aunque tuvo que pasar por algunos marrones para hacer méritos. Como llevar a su hermano enfermo de Alzheimer a un mitin del partido.

Elisenda Alamany, lo mismo. Yo la vi en apenas unas semanas pasar de portavoz de Catalunya Sí que es Pot en el Parlament a diputada de a pie, de ahí al Grupo Mixto y del Mixto a concejal de ERC por Barcelona

Dicen que porque echaron a su pareja, que era asesor del grupo parlamentario. Ahora se ha afiliado al partido. Debe pensar que para lo que le queda al Tete en el convento aquí estoy yo. A ver si me presentan de alcaldable en el 2027.

Pero bueno, la verdad es que Artur Mas también es un converso. En el 2010 Pilar Rahola le hizo un libro -copia del de la escritora francesa Yasmine Reza sobre Sarkozy- en el que afirmaba: “CDC no lleva la independencia en el programa porque perderíamos votos. Sería un héroe, pero en vez de 60 diputados, sacaría 30”³. Hay que decir, al menos, que en esto acertó. Debe ser la única cosa en la que ha acertado Mas.

Primer plano de Artur Mas

O el mismo Xavier Trias. Su sobrino, Jordi Cabré, elaboró otro libro en el 2010, en el que dijo que “la independencia es una cosa muy importante como para plantearla de broma”. Y que “no sé si hemos sido suficientemente serios con el proceso”. O sea, que no.

Luego no tuvo ningún inconveniente en enfundarse camisetas amarillas como en la Diada del 2014 -yo mismo le hice la foto en la Plaza de las Glorias- o hacerse fotos con fundadores de Terra Lliure y banderas negras en plan “Libres o muertos”. Alguien que vive en el Turó Park.

Aunque el máximo responsable, como siempre, fue Pujol. El expresidente pasó de “Español del Año” en la portada del ABC a bendecir el proceso.  Hay que decir, sin embargo, que Luis María Ansón le dio ese título honorífico en diciembre de 1984 porque Pujol era el único que ganaba a los socialistas. 

Se había alzado con la mayoría absoluta en las elecciones de ese año. La primera de tres. Un pequeño consuelo para la derecha española tras la también mayoría absoluta del PSOE de 1982: 202 diputados.

La conversión de Jordi Pujol fue tras el 2010 y lo reflejó en dos libros publicados a partir de sendas conferencias: “Residuals o independents?” (2011) y “El caminant davant del congost” (2012). 

Hay que decir que, como Mas, acertó: ahora somos desde luego más residuales que independientes. De hecho no ha quedado nada de su obra de gobierno: los Mossos, TV3, la escuela catalana. Hasta la propia Generalitat está en tela de juicio.

El expresidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, durante la presentación de su libro ‘L'última conversa’, a 1 de marzo de 2023

El biógrafo de Pujol Manuel Trallero -junto a Josep Guixà- considera que el expresidente siempre fue independentista. Solo que, en un momento dado, se destapa.

Yo, por una vez, discrepo del maestro. Creo que Pujol se hizo indepe en cuanto le empezaron a buscar las cosquillas judiciales con sus hijos. “¿Ah, sí? Pues ahora veréis”, debió decirse.

En fin entre tanto conversiones la última es la de Francesc-Marc Álvaro. Número tres Barcelona inmediatamente después de Gabriel Rufián y Teresa Jordà. Toda la vida haciendo la pelota a Convergencia, o como se llamen ahora, para acabar llamando a la puerta de ERC

No es la primera vez que Álvaro olfatea un cambio en la dirección del viento y arria la vela. En 1998 ya escribió un libro para Pasqual Maragall -“Què pensa Pasqual Maragall?”- para allanar el camino del líder socialista a la presidencia de la Generalitat. Creo que ahora no presume de él en su bibliografía.

Aunque, desde luego, su obra cumbre es “Per què hem guanyat” (2015), que tenía como objetivo dar ánimos a la parroquia tras los primeros reveses del proceso. Salió al mercado poco antes de que la CUP enviara a Mas a la “papelera de la historia”. Menuda vista.

Durante la presentación en la Casa del Libro se declaró “masista”. Artur Mas y su esposa estaban, por supuesto, sentados en primera fila. Ahora, Francesc, habría que hacer otro sobre Junqueras para compensar. Si es posible, dejándolo también por las nubes. 

Hay también otro momento glorioso en esta trayectoria con tantos recovecos. Como cuando Duran i Lleida le presentó la obra “Entre la mentira y el olvido” (2012) al lado de otro palmero ilustre del proceso, Toni Aira. Entonces Duran era el número dos de CiU y había que estar bien con el poder.

Álvaro ha echado ahora toda su carrera periodística por la borda. No porque se haya pasado de Convergencia a Esquerra, que también, sino porque demuestra que no tiene el fino olfato de analista que se le presumía.

Gabriel Rufián y Oriol Junqueras en el acto de inicio de campaña del ERC en Barcelona, el 6 de julio de 2023

Acaba de fichar por ERC en el peor momento. Cuando se han esfumado más de 300.000 votos en las municipales y malgobiernan en la Generalitat con 33 diputados de 135. Las encuestas no auguran nada bueno para las generales. No ha acertado ni en la decisión ni en el tempo. 

Sospecho que debe ser resultado de un rebote. Debía querer ir en las listas. Llamó a las de Junts, que ya debían tener la cuota periodística cubierta con Eduard Pujol (le deben un desagravio por las acusaciones falsas de acoso sexual) y se pasó a Esquerra. 

De paso su fichaje demuestra otra cosa: esto del proceso se está desmoronando. Los que han vivido toda la vida de la ‘mamella’ privada ahora tienen que hacerlo de la pública. 

Hay más casos, claro: el citado Eduardo Pujol -otro ejemplo de independencia periodística- se ha recolocado de tres en la lista de Junts en Madrid vistos los problemas económicos de 8TV, la tele de Nicola Pedrazzoli.

O el del presidente del CAC o exdirector de El Punt-Avui, Xevi Xirgo, que le hizo dos libros a Puidemont. Xirgo tiene 59 años. Como el mandato del Consejo del Audiovisual de Cataluña son seis años llegará justo para una jubilación dorada.  Su suelo roza el de consejero: 117.000 euros al año. 

Se llevó, por cierto, otro periodista del diario, Carles Ribera. No he oído al CAC ninguna queja sobre TV3 en diez años de proceso. Ni tan solo cuando dos estrellas de Catalunya Ràdio se metían con Ibai Llanos. Siguen en su puesto.

Lo que no acabo de entender es que todos estos que se quejaban del “Estado opresor” tengan ahora tanta prisa por recolocarse en Madrid: Francesc-Marc Álvaro, Eduard Pujol, los de la CUP

El propio Gabriel Rufián dijo en diciembre del 2015 que iba a estar solo 18 meses. “Y vamos a cumplir los tiempos”, añadió en la entrevista. El plazo terminaba en junio del 2016. Ahí sigue.  

Referencias


1. Joaquin Rivera Chamorro: “La fe del converso”. Namil. Pontevedra, 2020.

2. Manuel Cruells: “Francesc Macià”. Editorial Bruguera, Barcelona, 1971, página 9.

3. Pilar Rahola: “La màscara del rei Artur”. La Magrana. Barcelona, 2010. Página 53.

4. Jordi Cabré: “Xavier Trias. Barcelona vista per un metge”. Columna, Barcelona, 2010, página 109.

5. Manuel Trallero y Josep Guixà: “Todo era mentira (1930-1962)”. Almuzara, Córdoba, 2019.

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