El ministro de Marina Lluis Companys acompañado del general Franco, comandante militar de Baleares. 1933

OPINIÓN

Ministro, aunque sea de la marina

Franco pasó de ser el número uno de los generales de brigada a ser el 24 antes de llegar a general de división

Imagen del Blog de Joaquín Rivera Chamorro

El 6 de julio de 1933, se produjo una curiosa fotografía: el ministro de Marina del Gobierno de España, Lluís Companys, pasaba revista a las fuerzas que le rendían honores en su visita a la Isla de Mallorca, acompañado por el comandante Militar de Baleares, el general de brigada Francisco Franco Bahamonde.

Ambos habían tenido evoluciones dispares desde el advenimiento de la República el 14 de abril de 1931. Franco era, en ese momento, director de la Academia General Militar de Zaragoza, un centro docente que había iniciado un segundo intento por unificar armas y cuerpos para mitigar las rivalidades corporativas dentro de las filas castrenses.

La llegada de la República y las rápidas y contundentes medidas del nuevo ministro de la Guerra, Manuel Azaña, para tratar de solucionar algunos males endémicos de la institución, dieron al traste con la Academia General Militar.

Franco hizo un discurso de despedida en el que ensalzaba el concepto de disciplina mientras confesaba su tristeza por una decisión que consideraba, a todas luces, equivocada. Azaña se escandalizó con el contenido del discurso y escribió en su diario el 16 de julio de 1931: “Alocución del general Franco a los cadetes de la Academia General Militar, con motivo de la conclusión del curso. Completamente desafecto al Gobierno, reticentes ataques al mando; caso de destitución inmediata, si no cesare hoy en el mando”.

El general fue destinado a mandar una brigada en Galicia, destino en el que permaneció hasta la revisión de ascensos por méritos de guerra otorgados durante la dictadura de Primo de Rivera, realizada por el Ministerio de la Guerra en febrero de 1932. Este hecho afectó directamente su situación en el escalafón. Franco pasó de ser el número uno de los generales de brigada a ser el 24 antes de llegar a general de división, el máximo empleo militar en ese momento. Azaña, al enterarse del enojo del joven general por la controvertida revisión, decidió “enviarlo a mandar Baleares, donde estaría más alejado de tentaciones”.

Los primeros gobiernos republicanos se conformaban en base a todos los partidos que llevaban ese apellido; sin embargo, el divorcio político entre Azaña y Lerroux hizo que los radicales salieran del ejecutivo, lo que forzó a Azaña a ampliar su espectro hacia la izquierda y disponer del apoyo de Macià. El fruto de ese apoyo fue el nombramiento de Jaume Carner, que, aunque no militaba en ERC, fue propuesto por los catalanistas para presentar la cuota catalana del Gobierno Azaña de 1933. Carner hizo una actuación brillante al frente del Ministerio de Hacienda, pero una grave enfermedad lo forzó a pedir la dimisión en junio de 1933.

Tercera Bandera de la Legión desembarcando en Barcelona en octubre de 1934

El 12 de ese mes, Azaña recibió al diputado Miquel Santaló en nombre de la ERC, quien ofreció a Lluís Companys una cartera ministerial con el compromiso de aceptar “la cartera que se le asigne, sea cual fuere”. Ese mismo día, Azaña llamó por teléfono al presidente de la Generalitat y le comunicó que Companys sería ministro de Marina, a lo que el veterano militar y político catalán respondió: “¡Qué se le va a hacer! ¡Enhorabuena!”.

Macià esperaba una cartera más importante, pero aceptó de buen grado el ministerio, aunque fuera de Marina. Lluís Companys había sido presidente del Parlamento Catalán desde diciembre de 1932 y ahora se ponía al frente de los designios de la Armada Española, arsenales y Bases Marítimas. En ese puesto, conoció al contralmirante Francisco Javier de Salas, jefe del Estado Mayor Central del ministerio, con quien mantuvo amistad incluso durante su permanencia en prisión tras los hechos de octubre de 1934.

Estas son las razones que dieron lugar a la curiosa fotografía entre un ministro de Marina y un general de brigada comandante militar de Baleares. Ambos pasaron varias horas juntos hablando sobre aspectos técnicos de la defensa de las islas, algo que en 1933 era un asunto de vital importancia.

Poco más de un año después, Companys declaraba el Estat Català dentro de la República Federal Española, un acto que fue considerado como una sublevación contra el Gobierno de la República y que fue reprimido por el Ministerio de la Guerra, al cual quedó adscrito durante esos días de profunda crisis en toda España, el general Francisco Franco.

Este último quiso enviar a la Legión a Barcelona para que se empleara a fondo contra los militares que apoyaron el órdago de Companys, pero el general Batet, jefe de la División Orgánica de Cataluña y mucho más prudente, se hizo con la situación en pocas horas con un reducido número de bajas. Cuando la Legión llegó a las Ramblas, Companys, su Gobierno, el alcalde Pi i Suñer y varios concejales ya estaban detenidos y la rebelión sofocada. Pero eso es otra historia digna de ser contada.