Cómo mejorar en PISA
Demasiadas emociones, prejuicios e intereses se escuchan por los medios y las redes hablando del fracaso escolar y de los malos resultados en las pruebas PISA
Demasiadas emociones, prejuicios e intereses se escuchan por los medios y las redes hablando del fracaso escolar y de los malos resultados en las pruebas PISA. Mi aportación como profesor de secundaria para mejorar el sistema educativo sería la siguiente.
Primero, cabe dejar de lado todas aquellas hipótesis sin fundamento científico ni demostración probada que se proclamen como mejora de nuestro sistema educativo. Sí, y, en cambio, cabe recopilar todas aquellas que han dado resultados positivos generalizados. La enseñanza eficaz es aquella que utiliza métodos probados, contrastados y demostrados. No tenemos certezas sobre cómo aprende o muestra lo aprendido nuestro cerebro, es decir, cómo codifica y descodifica la información. De saberlo, quizás ya estaríamos a punto de conectar nuestras mentes con un USB y prescindir del costoso sistema educativo. Así pues, y sin evidencias científicas que lo avalen, resulta falaz e insensato aplicar teorías que afirman saber cómo nuestro cerebro procesa el aprendizaje. Estas hipótesis no se basan en datos científicos ni están respaldas por pruebas empíricas, y consecuentemente no pueden dictaminar cómo enseñar en las aulas. En definitiva, y sobre la base de la experiencia probada y contrastada, hay que aplicar aquellos métodos que, en un gran número de centros y en una amplia diversidad de alumnos, han demostrado que reducen el fracaso escolar y mejoran de manera efectiva la educación. No debemos juzgar un sistema educativo por la altura de sus intenciones, sino por sus resultados.
Segundo, es muy importante que, desde niños, tanto en casa como en la escuela, reine un ambiente de orden, silencio y concentración para facilitar la comprensión, la práctica y el aprendizaje. Y en caso de ver anomalías, rápidamente hallar la intervención de expertos que corrijan dislexias, faltas de lateralidad u otros problemas clínicos. Médicos y científicos expertos deben detectar en Infantil aquellos alumnos cuyas deficiencias innatas o adquiridas condicionen su rendimiento. Resulta fundamental que este diagnóstico y tratamiento, si es el caso, se aplique cuanto antes. Sin diagnósticos acertados y precoces, sin la suficiente dedicación por parte del estudiante y sin un buen sistema educativo, ningún alumno podrá desarrollar al máximo su capacidad ni asimilar los conocimientos que los profesores ponen a su disposición.
Tercero, desde muy pequeños deben existir rutinas en clase y en casa a nivel de trabajo, estudio y descanso. Y añadamos unas pautas de alimentación acordes con el horario diario. En ello hay que propiciar que los progenitores no devengan en padres ausentes, ya que ello crea un riesgo elevado de fracaso escolar entre sus hijos.
Cuarto, los alumnos necesitan ya en primaria, maestros con excelentes conocimientos en su especialidad y con un dominio rico, elegante y preciso de los idiomas oficiales. Todo ello con el objetivo de que su escritura y comprensión lectora sean excelsas. Bajo el buen dominio del lenguaje se fijan mucho mejor los aprendizajes curriculares. Sin destreza en el lenguaje no se pueden comprender, memorizar o expresar los conocimientos, es más, nuestro cerebro difícilmente podrá razonar y pensar con fluidez. En definitiva, los alumnos deben acabar la etapa Primaria con destrezas probadas a nivel de lectura mecánica, comprensión lectora y redacción de los conceptos que han adquirido. Sin ese dominio, un joven no puede ni entender, ni aprender, ni escribir lo que cree saber. Eso le podrá llevar a la frustración, a la desmotivación y al abandono de los estudios.
Quinto, hay que promover mucho esfuerzo aprendido, enseñado y adquirido ya desde infantil y primaria para alcanzar un alto nivel de buenos hábitos que promuevan la motivación interna y con sentido para el alumno. De otra manera, y sólo con estímulos externos como pantallas divertidas y clases lúdicas, no lograremos la plena estimulación de la autonomía del escolar, sólo su reacción puntual en periodos cortos de tiempo.
Sexto, a nivel de leyes, hay que abandonar la miopía sólo centrada en la escuela como sistema escolar. Los gobernantes en sus leyes han olvidado todos los demás factores del sistema educativo. En ello hay el modelo de Estonia que puede ayudar al caso. Es decir, el sistema educativo no puede confundirse con el sistema escolar, ya que está formado por las familias, la Administración y el propio sistema escolar, mientras que el sistema escolar lo integran solamente los centros educativos. Desgraciadamente, durante las tres últimas décadas, nuestras leyes educativas han tendido a confundir el sistema educativo con el escolar. El Pacto de Estado por la Educación debe ampararse en un marco legal en el que esta distinción esté clara. Sin el compromiso conjunto y cada uno en su parcela, de centros de enseñanza, familias y administración terminan recayendo sobre el sistema escolar demasiadas funciones que diluyen la transmisión de conocimientos, habilidades y aptitudes.
Séptimo, debemos ostentar un currículum homogéneo y exigente para todas las comunidades en donde se adquieran un gran número de conocimientos, aptitudes y habilidades que sirvan y orienten al individuo con efectividad. Para ello hay que trazar un currículum sólido, amplio y bien estructurado, con la finalidad de evitar saltos bruscos entre las etapas educativas y concatenar progresivamente unos con otros el máximo de aprendizajes. En todo ello, la educación y la enseñanza deben ser un derecho universal para que los jóvenes aprendan conocimientos objetivos y contrastables sin prejuicios dogmáticos, políticos o históricos. La educación no ha de ser ni de izquierdas ni de derechas, sino una necesidad social para brindar oportunidades a cada nueva generación y así mejorar nuestra civilización, según los valores que compartimos. La verdad, bajo la lógica y los hechos, permite el auténtico pensamiento crítico, mientras que los prejuicios, bajo el sentido común adoctrinado, conllevan la mediocridad y a la confusión.
Octavo, el sistema educativo y toda la sociedad deben respetar, valorar y dignificar la profesión docente bajo tres preceptos. Primero, que se produzcan el mínimo de injerencias en el trabajo de los profesionales de la enseñanza, como sucede ante un diagnóstico médico, ante la reparación de un ordenador o ante la puesta a punto de un coche. Segundo, que los docentes posean el mayor tiempo posible para preparar sus clases, mejorar sus conocimientos disciplinares y optimizar la didáctica de estos. Tercero, una mejora significativa y justa de sus condiciones de trabajo para atraer a los más doctos y competentes especialistas en todas y cada una de las etapas y especialidades. Y cuarto, que exista una evaluación externa de los docentes a nivel de los conocimientos de su especialidad y de la didáctica de esta. Quien sabe mucho tiene mucho que enseñar, pero luego debe saber cómo hacerlo.
Noveno, la educación es un derecho, pero también un deber. Un derecho constitucional para cualquier ciudadano en su etapa formativa y un deber que incumbe a padres, docentes, instituciones y alumnos. La ley educativa debe incoar a quien no respete el anterior precepto con pruebas externas para pasar de nivel o cambiar de itinerario educativo. Estonia, con excelentes resultados en PISA, así lo hace en tercero, sexto y noveno.
Y décimo, en la enseñanza se producen procesos asimétricos en los que quien más sabe, enseña más que aprende, y quien menos sabe, aprende más que enseña. Es decir, hay que abandonar el alumnocentrismo del hacer feliz al alumno, algo defendido, que no demostrado, por algunas corrientes pedagógicas, y adoptar el profecentrismo del alumno que sabrá ser feliz y que ha demostrado su eficacia probada. Por lo tanto, un buen cuerpo docente debe de estar formado por maestros y profesores instruidos, que dominen ampliamente su especialidad y la didáctica de esta, que sepan crear la autoridad y la confianza con sus alumnos, y que finalmente ostenten un dominio excelso de la expresión escrita y oral. La falsa pedagogía ya lleva mucho tiempo malogrando la educación nacional.
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