Salvador Illa y Carles Puigdemont con gafas, uno vestido con un traje gris y el otro con un traje negro, están gesticulando con las manos levantadas. El fondo es de color rosa con líneas discontinuas en color marrón.
OPINIÓN

Y ahora nadie quiere ser presidente

El próximo miércoles, 26 de junio, el Parlament de Cataluña vivirá un nuevo capítulo oscuro en su historia

Lo de la política catalana no hay quien lo entienda. Los dos principales partidos, el PSC y Junts, se pasaron toda la campaña luchando por la presidencia de la Generalitat. La noche electoral, la del 12 de mayo, Carles Puigdemont pedía paso al ganador de los comicios, Salvador Illa, y le mendigaba que le dejara someterse a él al debate de investidura. Y el socialista se negaba.

Ahora que tienen la oportunidad, ya que el reglamento del Parlament establece que la primera votación debe producirse diez días después de la constitución del pleno, ambos se echan atrás. Y piden más tiempo. Qué tomadura de pelo.

Hace años, por ahí en 2012, cuando Artur Mas cambió radicalmente su ideología para detener la sangría de votos de Convergència y mantenerse así más tiempo en el poder, que la política catalana se ha convertido en un circo con función constante. En el hemiciclo del parque de la Ciutadella se han vivido momentos surrealistas y de película con helicópteros incluidos.

Primer plano de Carles Puigdemont visiblemente preocupado

Se ha visto a diputados como Joan Laporta o Laura Borràs, que no han dignificado demasiado la figura del parlamentarismo como vocación de servicio público. Incluso se ha declarado una efímera independencia suspendida al instante. Pero lo que vuelve a estar ocurriendo es una falta de respeto hacia el votante.

No es nuevo que el que ha ganado las elecciones en Cataluña decide no acudir al debate de investidura. Ocurrió en el 2018, cuando la ganadora de los comicios del 21 de diciembre del 2017, Inés Arrimadas, decidió no dar el paso y pedir la confianza del Parlament.

Entonces, después de varios tiras y afloja entre Carles Puigdemont y el presidente del Parlament, Roger Torrent —que se negaba a investirlo a distancia—, Junts propuso el efímero y condenado Quim Torra a punto de producirse la repetición electoral y después de un intento fallido por investir a Jordi Turull, encarcelado a medio debate. Pero sí es nuevo que ningún candidato que pidió el voto para ser presidente del país decline intentarlo.

El líder del PSC y candidato del partido a la Presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, ofrece una rueda de prensa durante el seguimiento de la jornada electoral de elecciones autonómicas de Cataluña, en la sede del PSC, a 12 de mayo de 2024, en Barcelona, Catalunya (España)

El próximo miércoles el Parlament de Cataluña vivirá un nuevo capítulo oscuro. Un nuevo circo que dejará sin validez el resultado de las elecciones del pasado 12 de mayo por el miedo a nuestros representantes políticos a asumir la voluntad de los ciudadanos. Por la incapacidad de unos y otros en ponerse de acuerdo, pensar por primera vez en Cataluña y optar por formar un Govern que piense más en el bienestar de los catalanes y en crecimiento del empresariado y la economía.

Sé que es mucho pedir. Casi como una carta a los Reyes Magos. Pero bien pedían ellos, los candidatos que querían ser presidente en la campaña. Y miren de qué ha servido. Ahora nadie quiere asumir su responsabilidad y ser presidente cuando toca.

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