Un 2024 complicado para el procesismo
Las alegrías que se presumían en el segundo semestre 2023 se puede acabar convirtiendo en una agonía para ERC y Junts
Con los resultados electorales del pasado 23 de julio, los partidos procesistas se las prometían muy felices. “Pedro Sánchez depende de nosotros”, decían ufanos. Con las amenazas al PSOE y las rebajas de Pedro Sánchez se cegaron y se olvidaron de lo más importante: Cataluña.
Y es que, mientras andan embarrancados buscando salidas personales y otros beneficios partidistas, el PSC se va haciendo fuerte en Cataluña y, tanto ERC como Junts, empiezan a tener problemas serios.
En casa de los de Puigdemont, la guerra civil entre el sector de Jordi Turull y el de Laura Borràs está en su nivel de crispación más alto. Expulsiones, amenazas y una posible escisión que ya nadie descarta. Mientras, las encuestas siguen sin ser demasiado esperanzadoras para ellos.
Y todo esto sin olvidar que todavía no tienen un candidato claro para las elecciones que se celebrarán, como muy tarde, dentro de un año. Y si a Laura Borràs le da por montar una escisión, sabiendo que una parte de las bases está con ella, la situación se complica aún más.
En ERC están un poco mejor a nivel interno. No mucho, tampoco. Estar solos en la Generalitat les permite que la ‘menjadora’ dé para que todas las bocas estén más o menos alimentadas. Sin embargo, también hay nervios.
Si no, ¿a qué vienen las prisas por proclamar candidato a Pere Aragonès? ¿A qué viene reforzar la parte comunicativa del Govern? Me da que alguien tiene encuestas internas que no auguran nada bueno para los republicanos (aunque en sus medios afines vayan diciendo que estos sondeos les son favorables).
La última en la calle Calabria es la discusión sobre las preferencias a la hora de hacer pactos tras las próximas elecciones catalanas. Esto es trabajar con tiempo y lo demás son tonterías. Por un lado, Sergi Sabrià -que aún no está claro si odia más al PSC o a Junts- animaba a los juntaires a crear “oportunidades para gobernar juntos” de nuevo. Por el otro, Joan Tardà y Gabriel Rufián, que a veces parece que tengan triple militancia en Esquerra, los Comuns y Podemos, ya han dicho públicamente que bueno, que no nos precipitemos, que esto lo tendremos que hablar antes.
Todo este contexto, con los dos partidos procesistas sabiendo que van a perder votos a puñados, como ya hicieron en las dos últimas citas electorales. Y muchos de ellos irán directamente a Aliança Catalana y a Sílvia Orriols, algo que les hará aún más daño que la abstención. Las alegrías que se presumían en el segundo semestre 2023 se puede acabar convirtiendo en una agonía para el procesismo. Y es que el 2024 que se les puede hacer muy largo a ERC y Junts.
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