Ignacio Garriga hablando en un micrófono.
POLÍTICA

Vox denuncia la agresión 'de un radical de izquierdas' a un concejal en Cataluña

Ignacio Garriga: 'La demonización y mentiras de unos y otros tiene consecuencias'

Antonio López, portavoz de Vox en Sant Andreu de la Barca, acabó la noche del domingo en urgencias tras ser derribado de un empujón. Según relató en X su compañero de partido Daniel Lafuente, el agresor, “un radical de izquierdas”, le gritó “¡estoy hasta los cojones de vosotros!”. Acto seguido, le golpeó, provocando su caída y un impacto en la cabeza que requirió traslado en ambulancia.

López estuvo hospitalizado hasta las cinco de la madrugada. Él mismo ha adelantado que presentará una denuncia por delito de odio. "Se va a quedar sin coleta el maldito energúmeno", señalaba López a través de redes.

El secretario general de Vox y líder de la formación en Cataluña, Ignacio Garriga, vinculó la agresión con la “demonización” del partido en determinados medios y advirtió de “un repunte de violencia política” en las últimas semanas. "Pero deben saber que no daremos ni un paso atrás: ni ideológicamente ni con nuestro activismo", concluye Garriga:

Un patrón inquietante

El incidente no es un caso aislado. Por el contrario, revela un patrón de violencia política y simbólica que se lleva tolerando en Cataluña desde la década procesista. Desde 2014 los Mossos d’Esquadra han abierto decenas de diligencias por ataques a carpas, mítines o sedes de formaciones constitucionalistas.

La entidad juvenil S’ha Acabat, por ejemplo, sufrió hasta tres asedios en la Universidad Autónoma de Barcelona durante el pasado curso. Sin ir más lejos, el 1 de octubre de 2024 varios independentistas rodearon su mesa informativa. En este sentido, la entidad juvenil ya ha cosechado varios éxitos judiciales ante la universidad pública, cómplice en la mayoría de los casos de esta violencia.

Un grupo numeroso de personas se reúne alrededor de una mesa mientras una columna de humo rojo y negro se eleva en el centro del evento al aire libre.

La misma dinámica golpea a partidos que, pese a ser también independentistas, se sitúan fuera de la órbita de la izquierda procesista. El 25 de enero un grupo vinculado a Arran, organización juvenil de la CUP, desmontó a la fuerza una carpa de Aliança Catalana en el barrio barcelonés de Les Corts. Como ha ocurrido ahora con Antonio López, un simpatizante de AC cayó al suelo, se golpeó la nuca y fue evacuado al Hospital Clínic.

Los Mossos detuvieron a tres implicados, que hoy afrontan cargos por lesiones y coacciones. Esto, sin embargo, no es obstáculo para que prensa y partidos hayan blanqueado esta y otras agresiones. En el caso de la carpa de AC, cabe recordar que TV3 habló de "peleas" e "incidentes" cuando las imágenes muestran una clara agresión por parte de los radicales.

Estamos, pues, ante un patrón de violencia simbólica de baja intensidad que se vuelve física en contextos electorales o en actos visibles de otros partidos. El manual suele repetirse. Escrache verbal, rotura de material de propaganda y, cuando hay oposición física, empujones o golpes.

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