La Vanguardia marca el camino de la izquierda catalana: repliegue y pérdida del relato
La prensa tradicional ha sellado su fracaso con la victoria de Trump y Elon Musk
España y Cataluña no son ni mucho menos originales. Por el contrario, las dinámicas que ahora gobiernan nuestro mundo se originan en Estados Unidos y, después, nos llegan con retraso. Sin ir más lejos, el propio concepto del ‘wokismo’ surge y se expande desde las universidades norteamericanas.
Y si el origen nos llega con retraso, mucho más aún sus efectos. Lo que ocurrió ayer con La Vanguardia y muchas figuras progresistas es un buen ejemplo. Como es sabido, la histórica cabecera del Grupo Godó decidía ayer abandonar la red social X, algo que emularon varios políticos progresistas.
“Esta red social se ha convertido en una plataforma en la que encuentran una caja de resonancia las teorías de la conspiración y la desinformación”, explicó el periódico. En este sentido, también cabe destacar una columna que publicó su director, Jordi Juan, después de la victoria de Trump y que llevaba por título Elon Musk nos ha ganado. Lo que venía a decir el director de La Vanguardia es que las redes sociales le han ganado la partida a los medios como “prescriptores de información”.
Como decimos, esta decisión no es original. Por el contrario, la decisión del Grupo Godó llega un día después de que The Guardian hiciera lo mismo. De hecho, la decisión y los argumentos eran calcados, con la diferencia de que La Vanguardia es un actor mucho más secundario.
Aprovechando la estela de La Vanguardia, varios políticos (y algunas instituciones) del ecosistema político catalán anunciaba también su retirada. Raquel Sans, el Instituto Ramon Llull o Albiach anunciaban su salida y empezaban a hacer publicidad de la nueva red social, Bluesky:
Un campo de batalla perdido
En realidad, la cuestión es simple: todos estos actores políticos y sociales han perdido una parcela de poder que les resultaba indispensable. Ahora, ya no tienen el monopolio de la comunicación y han dejado de ser el único intermediario informativo. Por el contrario, desde que apareció internet deben pasar por el aro de las plataformas digitales.
Así mismo, una parte muy destacada del público de las redes sociales es público joven, hasta el punto de que muchos de estos jóvenes ni han crecido con la prensa escrita. Esto explica que amplias capas de la sociedad no perciban ninguna autoridad en los medios tradicionales. Porque si algo ha quedado constatado es que los medios de comunicación son totalmente dependientes del poder político que los financia.
Además de la victoria de Trump, que Musk diseñó y promocionó, el efecto más destacado de este nuevo reparto de poder es que la izquierda ‘woke’ está en pleno retroceso. El caso catalán es claro. Además del fin de la mayoría procesista, las últimas elecciones han constatado cómo las izquierdas de ERC, Comuns y CUP están de capa caída.
Finalmente, la consecuencia que cabe esperar de esta situación es un mayor de alejamiento de la realidad por parte de la élite. Hasta el momento, los avisos han sido constantes: Milei, Meloni, Trump, Le Pen, entre otros. Ante esta nueva realidad social y política, la izquierda y el establishment en su conjunto han optado por una estrategia de puro repliegue.
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