El traspaso de las competencias de inmigración, otro fiasco de Junts
Los de Puigdemont vendieron como un éxito un traspaso del que ya no se ha vuelto a saber nada
El pasado martes el Congreso de los Diputados votó la reforma de la Ley de Extranjería. El objetivo más urgente de esta reforma era aliviar la presión migratoria y asistencial que hay sobre Canarias. El reparto de ‘menas’ entre comunidades autónomas era el plato fuerte de la ley.
Al final, la reforma no salió adelante por el voto negativo de PP, Vox y Junts. Más allá de las críticas que se dirigieron los unos a los otros, la posición de Junts invita a la reflexión.
Según los juntaires, su voto fue negativo porque están en plenas negociaciones con el PSOE para el traslado a Cataluña de las competencias en materia de inmigración. Y hasta que no se resuelva esta carpeta, razonan en Junts, no van a aceptar ningún cambio en política migratoria.
Este argumento recuerda que, efectivamente, Junts le arrancó al PSOE el compromiso del traspaso de competencial. Pero dados los antecedentes de Pedro Sánchez y la falta de pericia política del procesismo, lo cierto es que los meses pasan y no se ha vuelto a decir nada sobre este traspaso de competencias.
Victoria sobre el PSOE
Hay que volver a enero. A principios de año, se produjo la votación de los famosos decretos “anticrisis” y “ómnibus” del Gobierno. Eran los primeros decretos importantes de Sánchez. Lo cierto es que fueron unas jornadas bastante inciertas y no se supo hasta el último minuto (literalmente) si iban a salir adelante.
Por aquel entonces, Podemos estaba en su particular guerra contra Sumar y Junts quería mostrar un perfil muy duro. Pero, al final, los decretos salieron adelante gracias a Junts, que se abstuvo a cambio de una concesión del PSOE que presentaron como un logro negociador: el traspaso íntegro de las políticas migratorias.
Poco después de este presunto logro, Junts puso en marcha todos sus altavoces para vender la idea de que Puigdemont ya le había empezado a arrancar piezas a España.
Según se dijo, Cataluña tendría nada menos que las competencias - “íntegras”, insistían desde Junts - para hacer deportaciones, para atajar la multirreincidencia o para otorgar permisos de residencia. Es decir, en materia migratoria Cataluña sería ‘de facto’ como un Estado.
Ya hablaremos
Para casi todos, en cambio, era evidente que se trataba de una maniobra con un fondo electoral. Aliança Catalana apretaba mucho y el debate de la inmigración y la inseguridad ya había explotado en Cataluña.
Y que a los pocos días el PSOE empezara a poner matices a ese traspaso de competencias no hizo más que corroborar esta certeza.
Con sus decretos sociales ya aprobados, los socialistas empezaron a decir que un traspaso integral era legalmente imposible. De hecho, solo cuatro días después de la votación, el propio Pedro Sánchez dijo que como mucho se podían delegar las competencias de integración social de los inmigrantes.
Es más, el Presidente del Gobierno apeló a la reforma del Estatut que el Tribunal Constitucional tumbó. “El artículo 138 de Estatut establece cuáles son las competencias residenciadas en el Govern”, dijo Sánchez. Es decir, políticas sociales y algunas tareas administrativas en colaboración con el Estado.
Aunque, sin duda, el do de pecho del equilibrismo político lo dio el ministro Bolaños. “El acuerdo que hemos adoptado es aprobar una ley orgánica por la cual se delegarán las competencias. Iremos al parlamento y se verán cuáles son las competencias exactas, pero hay que esperar a que tengamos esa ley y ver el detalle”, dijo.
La envolvente del PSOE a Puigdemont
Se trata de lo efectivo contra lo eventual: el PSOE consiguió sacar adelante tres decretos fundamentales y, estrictamente hablando, Junts consiguió un compromiso para sentarse a negociar algo que el PSOE ya sabía que nunca iba a dar.
Los propios indepes lo vieron claro:
En cualquier caso, esta situación se inscribe en una estrategia más amplia del PSOE con respecto a Cataluña. Esta no es otra que conseguir que el PSOE - a través de Salvador Illa - le arrebate el protagonismo político al independentismo.
Por lo pronto, el PSC ya ha desarmado la tradicional mayoría procesista a costa de fagocitar a ERC. Y, como todo apunta, el PSC se hará con el control de la Generalitat, y eso (en teoría) implica que Puigdemont deje la política. Tocado y hundido.
En toda esta estrategia, Junts ha colaborado de manera inconsciente al creerse que la vuelta de Puigdemont y un perfil muy duro le devolverían el liderazgo político en Cataluña. En el caso del traspaso de la inmigración, por ejemplo, se puede dar el caso de Junts negociando desde la oposición un traspaso inexistente que, además, sería en beneficio del partido que controlará la Generalitat, el PSC.
Y si, como pide Feijóo, se adelantan las elecciones en España, todas las concesiones que Junts le creyó haber arrebatado al PSOE quedarán suspendidas.
Por mucho que lo haga una y otra vez, nadie parece asumir que Pedro Sánchez siempre juega en corto.
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