El declive de Toni Comín: entre las sospechas y el nuevo papel de Carles Puigdemont
Sin relevancia internacional y marginado por los suyos, en Junts empiezan a verle como un cadáver político
En el último congreso nacional de Junts nadie mencionó a Toni Comín, y no es para menos. Quien hasta hace dos días era la mano derecha de Puigdemont y cara visible de la estrategia de Junts en el exilio, hoy es visto dentro del partido como un capital amortizado. Los escándalos económicos del Consell, la pérdida de su escaño de eurodiputado por una decisión judicial, y el nuevo papel de Carles Puigdemont como presidente orgánico de Junts complican y mucho la supervivencia política de Toni Comín.
El Món publica hoy otra información sensible en torno a las sospechas de corrupción que sobrevuelan la dirección de Toni Comín en el Consell de la República. Según estas nuevas acusaciones, Comín habría desviado donaciones destinadas a los mossos arrestados por ayudar a Puigdemont en su huida el pasado 8 de agosto. Él lo niega todo y denuncia una campaña de "las cloacas" para destruirle, pero en su caso las críticas por su gestión vienen de lejos.
El declive de Toni Comín en Europa
Comín ha sido identificado como el cabecilla del golpe de estado perpetrado en el Consell de la República. Le acusan de maniobrar con Puigdemont para cepillarse la Asamblea de Representantes, el órgano legislativo que hacía de contrapeso del poder ejecutivo ostentado por ellos. Lo hicieron en plenas negociaciones con el PSOE, lo cual extiende la sospecha de una operación para eliminar la crítica interna.
Esto destapó la caja de los truenos y muchos empezaron a denunciar también las oscuras decisiones de Comín para beneficiar a familiares y amigos en la contratación de empresas. La crisis de credibilidad del Consell ha redundado en el declive político de Toni Comín, que en las últimas elecciones europeas encabezó una candidatura que pasó de tres a un eurodiputado.
Su posición de eurodiputado podría servirle al menos para mantener un cargo institucional mientras el Consell de la República se hunde, pero ni eso. Su negativa de jurar la constitución llevó al parlamento europeo a no entregarle el acta de diputado, y la justicia europea lo avaló. Comín ha iniciado un proceso judicial de apelaciones y medidas cautelares, pero a estas alturas de la película la estrategia judicial es un cartucho quemado que ya no sirve para apelar al independentismo indignado.
Marginado por los suyos
Con su poder discutido en el Consell de la República y sin poder ejerecer de eurodiputado, la última baza que le queda a Comín es la de su tándem con Carles Puigdemont en Waterloo. Pero el nombramiento de Puigdemont como presidente de Junts y la ausencia de Comín en el congreso del pasado fin de semana son un duro golpe para el exconsejero. La sensación es que los suyos les han relegado a un papel marginal a la espera de que se acabe extinguiendo del todo.
El nuevo rol de Carles Puigdemont tiene más trascendencia de lo que parece para Toni Comín, porque le deja sin su muleta en un exilio que ya no se cree nadie. Puigdemont seguirá físicamente en Waterloo, pero asumir la presidencia del partido le reconecta definitivamente con la política catalana. Su idea es precisamente ir abandonando su posición de presidente en el exilio que le distancia del escenario catalán y le impide la lucha de tú a tú con Salvador Illa.
A medida que el expresident se vaya distanciando de Waterloo, la posición de Toni Comín quedará cada vez más debilitada. En Junts creen que hay que asumir la nueva realidad y que la estrategia del exilio es una vía agotada que hay que ir relegando para centrarse en el juego político en Madrid y en Cataluña. El congreso del pasado fin de semana puede ser la sentencia de muerte de un Toni Comín sin relevancia internacional, con un papel orgánico marginal y cada vez más descolgado de Puigdemont.
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