Empieza la lucha por el voto constitucionalista en Cataluña
La incertidumbre de las próximas autonómicas se extiende al electorado constitucionalista: la amnistía tiene un coste para el PSC
Las próximas elecciones catalanas son más inciertas que nunca. El procés se enfrenta a la posibilidad de no sumar y, por el lado constitucionalista, la situación tampoco está clara. Si se juntan ambas cosas, la imagen queda todavía más distorsionada: alianzas imposibles y un bloqueo más que previsible si nadie suma.
A efectos del análisis electoral, se puede dividir el tablero en dos sectores: el nacionalista-procesista y el constitucionalista. El primero es más sencillo porque, al fin y al cabo, el grueso se disputa entre dos partidos: ERC y Junts. A falta, claro, de ver qué impacto tiene el efecto Orriols.
El sector constitucionalista, en cambio, tiene una mayor paleta de grises. Empezando por el PSC, favorito para ganar las elecciones. Como ya dijimos en E-Notícies hace algún tiempo, la amnistía ha obligado a Salvador Illa a modular su discurso. En un primer momento, Illa se manifestó en contra de la amnistía, pero el rumbo de Madrid fue otro y le obligó a cambiar el discurso. Algo que Junts le reprocha convenientemente para sus propios intereses electorales.
¿Le saldrá cara la amnistía a Illa?
En un primer momento, Illa era el candidato natural para representar la moderación. Contrario a la amnistía, pero sin un discurso tan duro como el de PP o Vox, y defensor de la Constitución, pero con margen para hablar con otras formaciones. Esta elasticidad explicaba su auge entre electorado constitucionalista, mayormente huérfano de C’s. O sea, que a su manera era un votante prestado.
Ahora bien, la amnistía y las salpicaduras del caso Koldo han restado fuerza al PSC. Ya no está tan claro si muchos de sus potenciales votantes se van a mantener fieles a esa idea de la moderación. Es de esperar que muchos de ellos acepten con un poco de tedio la idea de que la amnistía sirve para pasar página y se mantengan fieles al PSC. Pero habrá otros que no y es ahí donde se disputa el voto constitucionalista.
En este sentido, el PP de Alejandro Fernández tiene los deberes hechos. El votante que no quiere saber nada del procés percibe en Fernández una opción clara y contundente. Además, y por ciertas afinidades ideológicas, el tránsito hacia el PP es más fácil para un ex-votante de Ciudadanos. Ese Ciudadanos de Rivera y Arrimadas y crítico con la corrupción del PP ya es historia.
Por su parte, Vox también puede pescar en este caladero de votantes que recela de las verdaderas intenciones del PSC. Si el Alejandro Fernández tiene la ventaja de no haber cambiado el discurso, Vox tiene la ventaja de que muchos de sus temas-estrella ahora están encima de la mesa: inmigración e inseguridad. De hecho, a nadie le sorprende que Vox obtenga buenos resultados en zonas obreras.
En resumen: el PSC interpela al votante constitucionalista que acepta la ley de amnistía como la última página del procés. Pero hay otros que no le perdonan a Illa su cambio de discurso y buscan opciones netamente anti-procesistas. En este espacio, PP y Vox tienen margen de mejora, sobre todo el PP, que se percibe menos radical y más próximo a un antiguo votante de Ciudadanos. Por su parte, la formación naranja está decidida a no desperdiciar sus votos y pide un frente constitucionalista junto al PP.
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