Cinco hombres y una mujer posan frente a un fondo borroso de una sala con sillas rojas y una bandera catalana
POLÍTICA

¿Quieres saber qué pasará con la política catalana? Mira a los ayuntamientos

Vivienda, inseguridad, padrón y servicios al borde del colapso: la política municipal recoge el cambio en Cataluña

La política catalana tiene muchas piezas sueltas: vivienda, padrones fraudulentos, AC, inseguridad, la figura telemática del expresidente Puigdemont... En un principio, parecía que todas estas piezas encajaban en el puzzle del colapso procesista. Y tenía sentido que lo pareciera: el fin de la mayoría indepe ha sido cambio básico en la política catalana.

Ahora bien, el colapso procesista se ha agotado con bastante velocidad. El caso es que ERC ha cedido protagonismo al PSC, Junts no sabe qué hacer con AC y la CUP intenta disfrazarse de muleta radical. A partir de aquí, la legislatura (dentro del Parlament) es una mezcla entre coger sitio y el juego corto.

Pero después está la realidad social, la que de verdad nutre los movimientos políticos. Y, como decimos, Cataluña es una olla a presión. Vivienda disparada, intervencionismo regulador, dos derechas identitarias, inseguridad, la insostenible presión demográfica, etc. Son estos los temas que movilizan las conciencias y el voto. Y la primera instancia política en darse cuenta siempre es la política municipal.

Xavier García Albiol con traje azul y corbata roja frente a una bandera catalana y un escudo de Badalona

El caso de Albiol

Si el votante fuera tan fiel y estuviera tan ideologizado como quieren transmitir los partidos, Albiol no sería nunca alcalde de Badalona. El de Albiol es un ejemplo claro de que la política municipal tiene sus propios códigos. En este caso, un político del PP que consigue mayoría absoluta en Cataluña hablando el lenguaje de la ciudadanía: seguridad, okupas, señalamiento a delincuentes y limpieza. Orden, en definitiva.

Y es en los municipios donde el orden cotiza mejor entre los electores. Y si Cataluña se ha caracterizado por algo durante los últimos diez años es por estar desordenada. El reordenamiento que ahora piden los ciudadanos - previo paso de terminar con la mayoría procesista - se asoma a través de la política municipal. Veamos el caso del empadronamiento.

Todos Orriols

Como es público y notorio, el empadronamiento fraudulento ha sido la manera con la que los ayuntamientos han podido sortear la presión migratoria. Por esto, los políticos que se enfrentan al desorden migratorio encuentran en los ayuntamientos una manera de dar la batalla. La maniobra es tan sencilla como fiscalizar el padrón. De esta manera, la persona que no cumple los requisitos legales no puede entrar en la rueda de servicios públicos.

Y esta acción política es demasiado valiosa como para no usarla. Y de aquí que ahora veamos a ayuntamientos cupaires fiscalizando el padrón al nivel de Sílvia Orriols en Ripoll. En Gerona, por ejemplo, el alcalde Salellas ha pasado de registrar 22 casos (2023) a registrar 180 (2024). Este aumento del 718,18% es la medida del interés electoral que el alcalde Salellas percibe sobre esta cuestión. Pero es que algo parecido - en la lucha contra la multirreincidencia en este caso - hemos visto en Berga con el también cupaire Ivan Sànchez.

Primer plano del alcalde de Girona Lluc Salellas

Paralelo a todo esto, algunos ayuntamientos, como el de Olot, ya piden limitar el crecimiento poblacional. El alcalde de la ciudad, Agustí Arbós, dijo literalmente que la presión poblacional era “inasumible” para mantener los servicios públicos. Y, además de los servicios públicos, la seguridad también se ve afectada. En Barcelona, por ejemplo, la absoluta mayoría de detenidos son extranjeros, y en lugares como Vic o Manresa la situación no hace más que empeorar.

Junts: la medida del nerviosismo

Hay un indicador que muestra con mucha precisión el momento en el que la política municipal empieza a resultar un problema para el poder político establecido. Y este indicador no es otro que los nervios. Y si de nervios hablamos, es que nos referimos a Junts.

Obviando que Jordi Turull vive en una gira perpetua por los municipios catalanes, el partido ya se desmorona a nivel municipal. En poco tiempo, varias figuras clave de la política municipal han abandonado el partido, conscientes de que AC les ha ganado la espalda. De hecho, el responsable de política municipal del partido, David Saldoni, ha abandona la formación. Y a Saldoni se le unen otros nombres clave como Miquel Buch, Oriol Làzaro o Albert Piñeira.

Un hombre hablando en un evento frente a una audiencia con un fondo verde que dice

En realidad, que Junts se desangre en la política municipal era previsible y necesario. Sin una renovación real, el partido se ha convertido en una plataforma para salvar a Puigdemont. Esto provoca un divorcio insalvable entre la retórica del partido (amnistía, cesiones que no llegan nunca, el catalán en Europa, ...) y las necesidades ciudadanas.

En estos momentos, en Cataluña es virtualmente imposible hacer política municipal con el mindset procesista. Es decir, una mezcla entre ‘buenismo’ en todos los órdenes y una huida hacia adelante con el proyecto de la independencia. Incluso Sílvia Orriols, acérrima independentista, tiene que defender el independentismo en dialéctica con la inmigración y todos sus problemas derivados.

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