El Polònia de Toni Soler más woke: Acusa a miles de catalanes de racistas
El programa ironiza sobre la estrategia que ha tomado Junts y de paso llama racistas a muchos votantes catalanes
El programa de humor recibe críticas por su orientación y parcialidad. Polònia hace un retrato del giro pragmático de Junts y aprovecha para llamar racistas a miles de votantes. Por lo demás, señala lo obvio: que Junts se dirige a ser otra vez Convergencia.
¿Somos racistas?
“Sé que es incómodo vincular delincuencia e inmigración, pero los datos no engañan”, dice el personaje de Puigdemont. Acto seguido, muestra los datos, pero no los que se espera el espectador: AC ha doblado en votos a Junts en Ripoll. O lo que es lo mismo: que todo lo que hace Junts responde a criterios electorales.
A partir de aquí, Puigdemont, Borràs y Turull tienen un debate del que ya saben el final. Y es entonces cuando aparece la acusación de racismo a muchos catalanes. “¿Querer captar el voto de los racistas no nos convierte a nosotros en racistas?”, pregunta Turull. “¡No, evidentemente que no!”, dicen los otros dos intentando autoconvencerse.
Entonces aparece Jordi Pujol por la puerta: estaba viendo el programa, dice, y no sabía si hablabais de mí. Una clara alusión a la ironía de que los criminales también son catalanes y de las altas esferas.
Junts, en definitiva, se convierte en un partido racista porque algunos votantes los catalanes son racistas. Esta es la idea. TV3 continúa así su deriva woke, cada vez más evidente.
“Segundo punto del día”
Una vez resuelto el tema de hacerle la competencia a Orriols, tienen que discutir la estrategia que van a seguir en Madrid. El objetivo es simple: hacerse los duros para arañar concesiones del Gobierno. Y mientras Puigdemont explica esto se convierte por arte de magia en Artur Mas.
Luego, Borràs se convertirá en Duran i Lledia y Turull en Turull, que ya venía pragmático de casa. También hay sitio para reírse del cambio de parecer del votante típico de Junts. Se muestra a dos votantes que también por arte de magia pasan de llevar esteladas a satisfacerse con la amnistía y quejarse de los MENA.
Y para acabar, el personaje de Pujol da el brochazo final. “¿Estáis hablando de Convergencia?”, pregunta entrando otra vez por la puerta. A lo que las antiguas figuras de Convergencia responden con un enérgico “no, hombre, no”.
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