Primer plano del político del PSOE Pedro Sánchez con rostro visiblemente serio
POLÍTICA

Pedro Sánchez se lo piensa: 4 razones por las que podría dimitir en las próximas horas

El Presidente del Gobierno, acorralado por la corrupción, ha perdido el apoyo del partido y los medios

Tras lacomparecencia del viernes, Pedro Sánchez creía haber contenido la avalancha que se le había venido encima en las últimas 12 horas. El secretario general del PSOE y Presidente del Gobierno había vuelto a hacer una de sus jugadas maestras para mantenerse en el poder.

O eso creía él. Con el paso de las horas se fue evidenciando que esta vez no es como las anteriores.

Hombre con traje oscuro y corbata azul frente a un fondo rojo con el logo de PSOE y un corazón blanco

La crisis es tan profunda que el propio Sánchez decidió retirarse unas horas a la finca de Quintos de Mora para “reflexionar”. A lo largo del fin de semana, ha ido cogiendo forma la idea de la rendición. Algunas fuentes apuntan incluso que podría dimitir este lunes y convocar elecciones.

Pero Sánchez no ha dicho la única palabra, y podría haber urdido desde la soledad de su finca una contraestrategia para lanzar un último pulso. Medios como Vozpópuli apuntan a la dimisión de varios ministros y una moción de confianza. 

Las próximas horas serán claves para saber si habrá sanchismo un rato más, o iremos a las urnas en agosto. Sánchez tiene al menos cuatro razones para arrojar la toalla.

1. Un PSOE totalmente roto

La primera razón es que por primera vez desde 2014, Pedro Sánchez ha perdido el aura de intocable dentro del PSOE. El sanchismo siempre ha sido una estructura de poder basada en la ausencia de disidencia. A diferencia de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, por ejemplo, que marcaron un perfil fuerte y jerárquico pero con corrientes internas.

Lo primero que hizo Sánchez al ganar las primarias fue purgar a los disidentes. Desde entonces, incluso los barones díscolos, como García-Page o Lambán, han secundado siempre con sumisión la estrategia de Ferraz.

Montaje Pedro Sanchez y Maria Jesus Montero cara a cara

Ese PSOE sin fisuras se vino abajo el viernes tras conocerse el informe que salpicaba al segundo secretario de organización de Sánchez. La noche anterior, Sánchez escenificó el desafío a la cúpula socialista y se enrocó en su búnquer. Desde entonces, pesos pesados que hasta ahora le adulaban han empezado a plantear la necesidad de su sucesión.

Sánchez está, ahora sí, solo, y el pesimismo se adueñado de su entorno de confianza. En una estructura basada en el personalismo, la debilidad de Sánchez amenaza la continuidad del sanchismo.

2. La rebelión de los territorios

Algo más juega en contra del Presidente, y es la convicción en el PSOE de que esta semana saldrán más cosas, y muy gordas. Tanto, que a Sánchez no le quedará más remedio que dimitir.

Los sectores contrarios a Sánchez, hasta ahora sin suficiente poder para plantar batalla, han visto la oportunidad perfecta. Felipe González no tardó ni 24 horas en salir a ungir a Eduardo Medina como alternativa. En las últimas horas han apretado el acelerador, y piden un congreso federal sin Pedro Sánchez.

Aunque la verdadera preocupación de Sánchez no está en Felipe González, sino en la rebelión de los territorios. Los barones llevan días reclamando el adelanto electoral para evitar que las generales coincidan con las municipales y autonómicas de 2027. No quieren que la corrupción del Gobierno salpique a las territoriales.

Esto ha cogido más sentido después de saltar el escándalo de Santos Cerdán. Ahora, los García-Page y Lambán exigen definitivamente un adelanto electoral. Saben que es la ocasión perfecta para quitarse a Sánchez del medio de una vez. 

Sin el apoyo de la cúpula del PSOE y con los territorios en rebeldía, Sánchez sopesa seriamente la posibilidad de arrojar la toalla. Eso sí, quiere dejar una vía abierta para su reelección y repetir la operación de 2014. Esta vez, mejor rodeado.

3. ¿La venganza de Podemos?

Pedro Sánchez tiene ahora dos posibles salidas para sobrevivir políticamente. Una, plantear una moción de confianza para intentar agotar la legislatura. El problema es que llegaría a las elecciones muy tocado, y una derrota contundente le sentenciaría como secretario general del PSOE.

La otra, convocar ahora elecciones para intentar sacar un buen resultado y reforzar su posición dentro del PSOE. Hay otra poderosa razón por la cual Sánchez medita convocar elecciones en agosto. Y es la posibilidad real de acabar traicionado por sus socios de Gobierno.

Un hombre hablando en un podio con banderas de la Unión Europea y España a su lado.

El principal peligro ahora no es Puigdemont, sino Podemos. Los morados llevan tiempo deseando vengarse de él y ahora ven la oportunidad perfecta. En las últimas horas, Irene Montero ha atacado al bipartidismo dejando claro que no salvarán al PSOE para impedir que el PP llegue a la Moncloa.

La otra preocupación es Carles Puigdemont, que ha decicido no participar activamente en el hundimiento del Gobierno. Pero que necesita aparentar de cara a su parroquia. Por eso Junts no apoyará los presupuestos de 2026.

La estrategia de los procesistas es mantener vivio a Sánchez pero con respiración asistida hasta agotar la legislatura. La afrenta de Podemos y de Junts condenaría a Sánchez a un final de legislatura infernal. Casi imposible.

 Sin estabilidad parlamentaria y sin presupuestos para legislar, ni una crisis de Gobierno podría salvarlo.

4. La 'traición' de los medios afines

Finalmente está la pérdida del ecosistema mediático que le ha sostenido hasta ahora. La demostración más brutal de la descomposición del sanchismo en cuestión de horas fue el cambio de tercio de medios como La Ser o la Sexta. Solo TVE y algún analista despistado se ha quedado en el barco de Sánchez, pero no es suficiente.

Sobre todo porque estos medios que hasta ahora eran afines a Sánchez, han contribuido a alimentar el pesimismo sobre su continuidad. Han apuntalado la idea de que es imposible que resiste. Incluso que sería impropio e inmoral.

Imagen de Àngels Barceló en 'Hoy por Hoy'

Con los medios sucede lo mismo que con la cúpula del PSOE, su rendición supone dejar al sanchismo sin suelo bajo los pies. Sánchez sigue contando con algunos fieles, pero que han sido especialmente señalados en los últimos días por su servilismo. Han perdido la credibilidad, y dejan desnudo el poco relato que le quedaba a Sánchez.

Estos periodistas aún leales defienden con uñas y dientes la idea de que Sánchez no fue un encubridor sino una víctima más de los corruptos. Se han bolcado con todo a por ello, pero necesitan un gesto del propio Presidente. 

Si Sánchez dimite, ayudaría a consolidar la idea de que él no sabía nada y que se ha sacrificado para salvar el honor del PSOE. Para eso, y para evitar que la derecha y la ultraderecha llegue al poder. O sea, sanchismo en estado puro.

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