Pedro Sánchez - Carles Puigdemont: el teatro ya ha empezado
PSOE y Junts dan el pistoletazo de salida a unas negociaciones que ambos ya saben cómo acabarán
Se nota que algunos ya han terminado sus vacaciones porque estamos viviendo una de las semanas más intensas en la política española desde las elecciones del pasado 23 de julio. Aunque Alberto Núñez Feijóo sigue buscando los cuatro votos que le faltan para poder ser presidente, Pedro Sánchez ya se ha puesto las pilas para preparar su intento de investidura -cuando fracase la del líder del PP-.
El lunes, Yolanda Díaz visitaba a Carles Puigdemont en Bruselas para reunirse con él. Aunque la Moncloa filtró a los medios que no estaban de acuerdo con la decisión de la vicepresidenta en funciones, muchos han cuestionado que Díaz viajase a Bélgica sin consultarlo con su socio ni, incluso, tener su aprobación.
De hecho, Podemos -que forma parte de la plataforma Sumar de Yolanda Díaz- cree que el PSOE estaba detrás de la reunión entre la ministra de Trabajo y Puigdemont. Vamos, que tienen la convicción de que Díaz se desplazó al Parlamento Europeo para hacer el trabajo sucio de reunirse con el expresident de la Generalitat.
Empieza el teatro
El martes fue el turno de la rueda de prensa del mandamás de Junts per Catalunya, también en Bélgica. Como es habitual en él, su comparecencia tuvo mucha gesticulación. Pero su tono incluso gustó en Ferraz, para que se hagan una idea.
Varios analistas -de los dos bandos- han salido rápidamente a afirmar que, tras las palabras de Puigdemont, vamos de cabeza a una repetición electoral. Pero este es solo el inicio de la pantomima de la que Pedro Sánchez y Carles Puigdemont serán los protagonistas.
Tanto Sánchez como Puigdemont saben que ir a una repetición electoral es un riesgo que, a día de hoy, no parece que sea tan fácil de asumir para ninguno de los dos. El líder socialista sabe que volver a las urnas puede significar perder la potencial mayoría de la que goza actualmente en el Congreso gracias a Frankenstein. Y Junts es consciente que, a pesar de que una repetición electoral le pueda beneficiar en votos, puede perder la llave de la gobernabilidad que tiene en estos momentos. Y, de paso, perder también el grupo parlamentario propio que consiguieron gracias al PSOE y el dinero que conlleva tener uno.
Más allá del contexto en el que se encuentran los dos partidos, también hay que tener en cuenta la situación personal de ambos líderes. Por un lado, ya ha quedado demostrado que Pedro Sánchez está dispuesto a casi todo para seguir agarrado al poder. Y sabe que tiene margen para ceder ante los procesistas sin sufrir demasiadas consecuencias, como se pudo ver con los indultos.
Mientras, Carles Puigdemont ve por primera vez una posible salida a su situación personal. Tras 6 años viviendo en el extranjero, el expresidente nunca ha tenido tan cerca la posibilidad de volver a Cataluña gracias a la amnistía. Y aunque recientemente Junts ha tomado decisiones que le han costado dinero y cargos al partido -como salir del Govern o renunciar a pactar con el PSC en la Diputació de Barcelona-, esta vez el escenario afecta directamente a Puigdemont. Y curiosamente, es ahora cuando ha rebajado el tono y se ha abierto al pragmatismo.
De este modo, tenemos a dos partidos que se juegan demasiado -dinero y poder- en el caso de que fracasen las negociaciones. Y también a dos políticos que también tienen mucho en juego en estas conversaciones. Vendrán días y semanas de gesticulaciones, faroles y marcar paquete. Pero tanto Sánchez como Puigdemont saben que están jugando a una farsa en la que, tarde o temprano, están condenados a entenderse.
Más noticias: