
Los datos confirma la evidencia: la inmigración reduce el PIB per cápita
La ausencia de una política migratoria de Estado ha llevado a España a una situación insostenible
De la inmigración hace mucho tiempo que resulta difícil encontrar análisis que estudien el fenómeno en su conjunto. Por el contrario, lo más habitual son los casos particulares y la apelación a las emociones. Ahora bien, el fenómeno de la inmigración es tan masivo que, como cualquier otra cosa que esté a esa escala, presenta características y atributos propios. Esto no se puede imputar a ningún inmigrante en particular, pero sí a todos en su conjunto.
Y una de las dinámicas más claras y conocidas de la inmigración masiva es que reduce la renta per cápita, más aún en modelos económicos muy poco productivos como el nuestro. Esta es la razón por la cual los expertos en política migratoria hablan del concepto de “inmigración selectiva”. Es decir, filtrar los flujos migratorios en función de los intereses del país de acogida (esto, por ejemplo, es lo que el Reino Unido quiere recuperar ahora). De hecho, las palabras del actual primer ministro Starmer (laborista) aquí serían consideradas poco menos que las de un ultra:
Los datos y estudios que demuestran esta realidad han sido constantes, a pesar de que no encuentren eco en los medios subvencionados. Y el último de estos análisis es el que ha hecho el Círculo Cívico de Opinión, bajo el título de Inmigración en España: por una conversación pública racional. Como ya indica el título del trabajo, el objetivo es analizar la inmigración desde un punto de vista que supere el simplismo imperante.

Igual de pobres
De entrada, hay que medir el enorme peso migratorio que ha recibido España, que es uno de los mayores del mundo. Y nada menos que “España está recibiendo flujos anuales de inmigrantes cercanos a los de Estados Unidos de América, un país con una población siete veces mayor”, señala el informe. De este modo, en lo que llevamos de siglo XXI, España ha crecido poblacionalmente un 23% a base de inmigración.
La pregunta entonces es por qué España recibe sistemáticamente tanta inmigración. La respuesta está en el modelo económico, es decir, en una estructura productiva muy pobre que necesita enormes volúmenes de empleados poco cualificados. Y ocurre que la propia dimensión del fenómeno migratorio lleva a que, con esta cantidad de mano de obra, los salarios en labores poco productivas bajen por sí solos.
El resultado inmediato de esto (además, claro, de diluir el crecimiento en tanto que somos más a repartir) es el estancamiento del PIB per cápita. Sobre esto, el informe que ahora se analiza es diáfano. “El resultado de esta concentración de la población inmigrante en actividades de bajo valor añadido es que el PIB per cápita español ha crecido en este siglo mucho menos de lo que lo ha hecho la media de los demás países de la UE-15”.

La cara más decepcionante de esta situación es que España, en términos de PIB per cápita, está ahora con respecto a los demás países europeos tal y como estaba exactamente cuando se incorporó a la Unión Europea. España, en resumen, es comparativamente igual de pobre que hace veinte años. Más en particular, los jóvenes, que son los que hace veinte años eran niños.
La (no)política de las regularizaciones masivas
La ausencia de una política migratoria de Estado lleva a que los sucesivos gobiernos hayan usado los procedimientos extraordinarios para controlar la situación. Nos encontramos, pues, ante las famosas regularizaciones masivas vía ILP, que precisamente estos días son noticia porque se hará una nueva que legalizará a casi otro millón de personas. Como explica el informe, esta no-política de regularizaciones extraordinarias alimenta un círculo vicioso.
La inmigración irregular llega vía visado de turista o estudios, y una vez aquí entra en la economía informal hasta que consigue regularizar su situación. Esto lleva a “un proceso continuo de llenado y vaciado de la bolsa de irregularidad, y de provisión de trabajadores para el sector informal de la economía”. Los más beneficiados de este proceso son las élites políticas y económicas.
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