Un grupo de personas reunidas en la calle durante la noche con luces azules al fondo y algunas personas caminando en primer plano.
POLÍTICA

Inseguridad creciente y fracaso del buenismo político: qué está pasando en Sabadell

El enfrentamiento entre vecinos y okupas multirreincidentes ha provocado un estallido social

Quienes siguen la actualidad política del Parlament sabrán que hay una situación que se está repitiendo en esta legislatura. PP, Vox y Aliança Catalana traen al pleno o en las comisiones temas sobre la inseguridad creciente. Los partidos del cordón sanitario (PSC, Junts, ERC, Comuns y CUP) les tildan de extrema derecha, les acusan de utilizarlo para sacar rédito político, y piden afrontar el problema con rigor.

Varias personas observan una pelea al interior de un local mientras un hombre con gorra roja está en el centro de la escena.

Así van pasando los meses mientras los ciudadanos en Cataluña, que pagan los impuestos más altos de todo el Estado, sufren las consecuencias de la inseguridad. Lo ocurrido en Sabadell es el resultado del fracaso de las políticas buenistas en materia de seguridad y orden público. También síntoma del hartazgo de los ciudadanos, que ante la inacción política y la impunidad delincuencial, deciden pasar a la acción.

La okupación, foco de muchos problemas

Este conflicto ha demostrado también que la okupación suele ser la puerta de entrada a otros delitos y problemas de convivencia. Detrás de la okupación suele haber la multirreincidencia, principal factor causante del aumento de la inseguridad. 

En el caso de Sabadell, un grupo de magrebíes que había ocupado un local tenía a los vecinos atemorizados con continuos robos y agresiones. El miércoles se procedió al desalojo del local ocupado. Pero siguió una escalada de tensión que derivó en los altercados de anoche.

La alcaldesa del PSC, Marta Farrés, ha comparecido este mediodía para valorar lo ocurrido. Ha defendido la contundencia de su gobierno hacia la ocupación, pero también ha llamado "radicales" a los vecinos que se enfrentaron a los okupas.

Buenismo e hipocresía política

El PSC sigue en materia de seguridad y orden público el mismo modelo que ERC, Junts y la CUP llevan implementando durante años. Los socialistas intentan mostrarse contundentes en este ámbito. Pero ante la polarización política prefieren ponerse al lado del buenismo que arriesgarse a ser comparados con PP, Vox o AC.

Mención aparte merece lo de Junts, que intenta aparentar un giro a la derecha en seguridad e inmigración para competir con Aliança Catalana. Pero al mismo tiempo rechaza las mociones que presenta la derecha para combatir la delincuencia. Dentro de Junts hay además una división entre el sector izquierdista y el de los alcaldes que luchan contra la multirreincidencia.

ERC y la CUP, junto con los Comuns, se han convertido en los defensores más acérrimos de la okupación. Al mismo tiempo niegan que haya un problema de delincuencia y acusan a la extrema derecha de crear una falsa alarma para alimentar los discursos de odio. En este apartado hay que destacar el curioso caso de la CUP, que en el Parlament alenta la violencia contra la policía pero en Gerona denuncia la okupación

Patrullas ciudadanas, un fenómeno en auge

Pero el problema viene de más atrás y tiene que ver con la consolidación del buenismo político en Cataluña. Durante años los gobiernos catalanes han blanqueado la delincuencia y la ilegalidad amparándose en el antirracismo y la vulnerabilidad. La consecuencia ha sido la creación de espacios de impunidad para una violencia creciente.

La delincuencia se ha concentrado sobre todo en barrios muy poblados y con una alta concentración migratoria. En estos barrios se ha producido una acelerada pérdida de identidad y poder adquisitivo que ha derivado en una degradación imparable. La ausencia de autoridad ha hecho el resto.

Ante esto aparecen fenómenos en auge como las patrullas ciudadanas, muy criticadas precisamente por el buenismo. Son ciudadanos que, ante la inseguridad creciente, deciden organizarse para defenderse. Las más famosas son las que actúan en el metro de Barcelona, convertido desde hace tiempo en un pozo de delincuencia, pero también han proliferado en zonas del área metropolitana.

La izquierda dice que el monopolio de la violencia corresponde al Estado pero no ofrecen ninguna alternativa a los vecinos de los barrios más degradados. Lo ocurrido en Sabadell es fruto de la desesperación y la indignación, pero también una respuesta a esta hipocresía política.

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