Plano medio de Pedro Sánchez y Nadia Calviño sentados en su escaño y mirando al horizonte con cara de preocupación

POLÍTICA

O subir impuestos o recortes: el PSOE lo admite en Europa

El gobierno de Sánchez acepta reducir progresivamente nuestra deuda y eso tiene un coste económico y sobre todo político.

La vicepresidenta Calviño acepta en Bruselas aplicar disciplina fiscal. Y esto tiene una traducción problemática para un gobierno progresista y, en realidad, para cualquier gobierno adicto a la deuda. El reciente compromiso con Europa de rebajar nuestra deuda un 1% cada año tiene dos salidas: o subes los impuestos o recortas los gastos.

Contexto: España vive endeudada

Más allá de los detalles técnicos, solo hace falta entender una cosa: España vive de deuda. En este sentido, el sistema no es que no vaya a ser sostenible en el futuro, es que ya no lo es ahora: nuestro país vive a crédito. Y todo este crédito lo paga Europa, concretamente el Banco Central, aunque esto, ahora, no viene al caso.

Vivir a crédito significa que no te enfrentas a la economía real, o sea, a la relación entre gastos e ingresos. Y esto ha sido una fuente sin fin de tensiones dentro de la Unión Europea. Es el famoso debate entre los ‘frugales’ y los demás: unos quieren ajustar la economía real y otros quieren margen.

Este debate aflora cuando hay que acordar los pactos económicos para los países europeos. Como pasó esta misma semana con la reunión de los ministros de economía en Bruselas. El debate, pues, el de siempre: Alemania pidiendo disciplina en la economía real y nosotros y los italianos (y los franceses) pidiendo tiempo.

¿Cómo aplicará el gobierno este ajuste?

El compromiso acordado consiste en reducir un 1% anual la deuda. Con esta medida, España necesitaría 10 años para recortar la mitad del aumento de deuda que ha hecho Sánchez. Y hablando de Sánchez, la incógnita es esta: cómo lo trasladará a los ciudadanos.

Porque que haya que trasladarlo es inevitable: los europeos estarán vigilando. Lo que sí que puede cambiar es la pirotecnia fiscal y, sobre todo, electoral. Que poco a poco vayamos viviendo menos de la deuda obliga o a subir los impuestos o a recortar.

Primer plano de Pedro Sánchez sentado en su escaño con cara de preocupación llevándose la mano a la boca

La situación es como la de Zapatero en 2008 pero menos intensa. O sea, la de un gobierno progresista - o no, en realidad, tanto da - asumiendo toda la realidad que ha estado obviando. Mientras la situación de semi-estabilidad que vivimos se mantenga, lo más probable es que Sánchez suba los impuestos de una manera discreta.

La propia dinámica política de Sánchez hace muy difícil que pueda recortar, máxime con tantos socios pidiendo su trozo de tarta. Por ahora, ya ha hecho una pequeña maniobra para que los autónomos pasen por caja. En fin, a menos que haya una hecatombe, Sánchez tendrá que hacer ajustes que no le lastren electoralmente.