El futuro congreso de Junts abre el debate en la derecha
El papel que quieran jugar los juntaires a partir de octubre marcará el futuro de la política catalana (y española)
A finales de octubre, Junts celebrará un congreso para decidir qué pasos seguir en los próximos meses y años. En Cataluña (e incluso también dentro de la formación), cada vez hay más voces que piden al partido de Puigdemont abrazar el pragmatismo y alejarse de unos posicionamientos dogmáticos procesistas que están llevando a Junts a la marginalidad política. Sin embargo, no parece que esto vaya a suceder.
El secretario general, Jordi Turull, ya advirtió que el objetivo es convertirse (todavía más) en el partido referente del procesismo. Eso pasa por dejar a un lado ciertas posiciones ideológicas y convertirse (todavía más) en una formación suficientemente transversal como para incorporar perfiles de centro-izquierda o socialdemócratas que apuesten básicamente por la independencia.
Vamos, lo que han venido siendo en los últimos años, pero un poco más. Aunque esta estrategia les haya llevado a ser prácticamente irrelevantes en la política institucional en Cataluña (la Diputación de Gerona y el Ayuntamiento de Sant Cugat son las dos únicas administraciones mínimamente relevantes que ocupan).
Abrazar, aunque sea de boquilla, el ‘octubrismo’ y querer agitar la bandera de la transversalidad con dirigentes como Aurora Madaula (que ideológicamente bien podría formar parte de ERC), les ha llevado a perder casi toda cuota de poder que tenían en Cataluña. Sin embargo, en Junts parece que están empeñados en seguir en la misma dirección, poniendo ahora de nuevo a Carles Puigdemont como presidente del partido.
Todo apunta a que, si no hay cambios en los próximos meses, los que desean un giro pragmático y menos dogmático de Junts deberán esperar. Y entre ellos no solamente se encuentra gente de la formación juntaire, que los hay aunque no lo digan en público. También en Génova, sede del PP, parecen desear este cambio de rumbo en el partido de Puigdemont.
Esteban González Pons volvía a abrir la puerta esta semana a tender puentes con Junts. Siempre, eso sí, que estos puentes entren “dentro del marco constitucional” y para “objetivos constitucionales”. No es un posicionamiento nuevo. En otras ocasiones, la cúpula del PP ya ha apuntado en la misma dirección. Se trata de un posicionamiento que ha generado mucho debate no solo dentro del partido, sino en la derecha en general en toda España.
Si Junts aparcara su dogmatismo (que tampoco es que le sirva para volver a convencer a los abstencionistas indepes, tal y como se demostró el pasado 12-M en las elecciones catalanas), en Génova lo celebrarían, sin duda. Feijóo nunca se ha encontrado cómodo teniendo cómo prácticamente único socio potencial a Vox y parecen desear que vuelva algo parecido a lo que era Convergència.
Esta es la visión que tienen en la cúpula, claro. Porque no todo el mundo dentro del PP piensa lo mismo. Alejandro Fernández, líder de los populares en Cataluña, no se cansa de advertir a sus superiores que ‘la vieja Convergència’ ni está ni se la espera. I, además, no está solo. Pero quién manda es Feijóo y es él y su equipo quiénes trazan la estrategia del partido.
En la cúpula del PP no esconden su deseo de que Junts abandone su estrategia de “confrontación con el Estado”. Un Estado con el que pactan investiduras y grupos parlamentarios propios y redactan conjuntamente leyes de amnistía, pero este es otro debate. En cualquier caso, el posicionamiento e insistencia de los populares en esta vía no hace más que provocar nuevas brechas entre la derecha.
Tras las declaraciones de González Pons, dirigentes de Vox no tardaron en alzar su voz. “Hablan de urgencia nacional y negocian con Junts. Son un fraude y ahora sabemos por qué no frenaron la amnistía en el Senado”, recordaba el vicepresidente del partido de Abascal y líder de la formación en Cataluña, Ignacio Garriga.
Lo que está claro es que el congreso de octubre de Junts marcará el futuro de la política, no solo catalana, sino también española. Una vuelta al pragmatismo puede convertirse en un terremoto a escala nacional. Y una insistencia en este falso ‘octubrismo’ puede provocar que en Génova finalmente desistan de sus intentos de convencer a los juntaires para alcanzar pactos. Pase lo que pase, quien sigue todo el proceso de cerca es un Pedro Sánchez con una frágil mayoría en el Congreso de los Diputados.
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