Montaje de fotos de primer plano de Pedro Sánchez con rostro serio y, de fondo, una imagen de José Luis Ábalos cabizbajo
POLÍTICA

Estalla la guerra entre el PSOE y José Luis Ábalos

A menos que le ofrezcan una salida, el exministro no se moverá: mantiene su pulso con el partido, no abandona el acta de diputado y se pasa al grupo mixto


Las posiciones están claras, o sea, enrocadas. El PSOE ha decidido desde el primer minuto poner a Sánchez a salvo, es decir, derribar a Ábalos. Por su parte, el exministro insiste en que él está limpio y por ahora no se mueve. Esta mañana se agotan las 24 horas que el PSOE le dio a Ábalos para que renunciara como diputado.

¿Coincidirán Sánchez y Ábalos en el Congreso?

De entrada, el problema es estético: mañana, hay pleno en el Congreso de los Diputados y para entonces Ábalos ya tiene que estar fuera o en el grupo mixto, o sea, lejos. Esto es lo que quieren en el PSOE. El problema es que el exministro se ha enrocado.

A menos que el exministro ceda, el pulso continuará. Ábalos no se quiere ir como un “apestado” y el PSOE ya amenaza con en el botón nuclear: si el exministro no se va por su propio pie, el partido le expulsará del partido. El problema es que el escaño es de titularidad personal, o sea, es del diputado y no del partido.

La situación entonces es diáfana: el PSOE quiere taponar la herida a cualquier precio y Ábalos insiste en que él está limpio. El PSOE busca evitar a toda costa que la mancha de este presunto caso de corrupción salpique a Moncloa. Desde Presidencia necesitan cortar cuanto antes con informaciones como las que salían ayer, que aseguraban que en Moncloa estaban al tanto de todo.

El exministro quiere una salida y desaparecer

Y si Ábalos no renuncia al acta es porque es su única herramienta de presión para poder negociar. Según informan algunos medios, lo que busca el exministro es una salida que le garantice empleo y un sustento económico. Es decir, que lo más probable es que las negociaciones del PSOE con Ábalos consistan en convencerle de que no se preocupe, de que le darán una salida. 

Por otro lado, Ábalos tiene un último recurso que, en realidad, no le interesa usarlo ni a él ni al partido. Es el clásico “tirar de la manta” que se hace en estos casos. Desde el entorno del exministro juegan a las amenazas mezcladas con faroles y dejan caer a periodistas que tienen información sensible. Por el momento, esto no parece amedrentar al PSOE, que ha ido con todo contra el exministro.

Finalmente, Sánchez ha hecho algo muy propio de su estilo político, que es ganar tiempo y mover la coctelera para mezclarlo todo. Él mismo se adelantó a los acontecimientos y pidió una comisión de investigación en el Congreso. Eso sí, una comisión general, que incluyera a todas las administraciones. O sea, que quiere repartir el foco mediático con el PP. Aunque sea a costa de estirar el chicle de las acusaciones contra Ayuso, que la Fiscalía ya ha archivado en dos ocasiones.

Ábalos no cede y se pasa al grupo mixto

Finalmente, el exministro se mantiene firme en el pulso y se queda en el Congreso y pasa al grupo mixto. De esta manera, la quiebra con el PSOE es total. Es de esperar que el partido socialista proceda ahora a su expulsión. Al mantener la condición de diputado, Ábalos mantiene así mismo la condición de aforado y queda protegido de que la Audiencia Nacional le llame a declarar.

Por el momento, esto tiene una derivada política inesperada que añade más surrealismo al que ya hay en el Congreso. Al pasar al grupo mixto - y previsiblemente ser expulsado del partido -, Ábalos será una fuerza política propia. Es decir, que su voto irá aparte y tendrá que ser negociado. Todo ello, claro, si antes no explota la legislatura por culpa de este asunto.

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