ERC y Junts: en busca de empresarios aliados
El independentismo da por perdidas empresas como Caixabank y busca otras de nuevas
Las 7000 empresas que dejaron Cataluña no van a volver. Y no porque el PSOE no lo quiera - lo incluyó en el pacto de investidura -, sino porque a ERC y Junts no les interesa. Su plan no pasa por ir tocando las puertas de los consejos de administración de las (ex)glorias de la economía catalana.
El PSOE a favor de las empresas: por qué no los independentistas
En los últimos días, hemos visto como grupos económicos como el Cercle d’Economia se posicionaban a favor de la amnistía. Lo consideraban un elemento pacificador que daría lo que más necesita un empresario: calma y estabilidad. En esta línea, ha habido, pues, una coincidencia de intereses entre los socialistas y el empresariado catalán.
Lo intuitivo sería que los partidos procesistas lucharan para hacer volver a las empresas, algunas tan ilustres en Cataluña como Caixabank. Pero en este punto hay una divergencia irreconciliable. Y es que el apoyo de los empresarios a la amnistía está condicionada a algo: la renuncia explícita y pública a la unilateralidad.
El nuevo poder económico
El 2017 y los años subsiguientes dejaron una situación política nada atractiva para la economía. Esto produjo una situación en la que ciertas fortunas esperaron a que amainara el temporal y otras que directamente huyeron. Lo que condujo a una Cataluña en la que política y economía hicieron vidas separadas.
Como señala Marcos Lamelas en El Confidencial, el procesismo da por perdido todo aquello y ahora pone la vista en un nuevo tejido empresarial. Ya no se trataría de llevarse bien con el clásico poder económico (Caixa, Sabadell, Naturgy, etc). El objetivo ahora es llegar a un entendimiento con una élite empresarial formada por empresas como Fluida, Grifols y lo que surja del proyecto 22@.
En suma: el procesismo y la amnistía han dibujado un panorama en el que todo está por concretar. Y además, la élite catalana no encuentra un lugar de reunión en el que tejer las redes del poder. El Barça, antiguo estandarte de Cataluña, no parece estar en una situación que le permita ser el sitio en el que se diseña el futuro.
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