El PSC en la encrucijada
Salvador Illa tiene que decidir si quiere gobernar en Cataluña o seguir siendo la muleta del procesismo
El PSC es un caso atípico en política: pese a ganar las últimas tres elecciones en Cataluña, los de Salvador Illa son un sujeto pasivo de la política en el Parlament. Esta rareza se refleja en un hecho insólito. El PSC, ganador de las elecciones catalanas de febrero de 2021, salvó al gobierno en minoría de ERC aprobando los presupuestos de 2023.
Esto se explica por la sumisión de los intereses de los socialistas catalanes al interés del PSOE en el complejo tablero de la política nacional. ERC se convirtió en el socio preferencial que daba estabilidad al gobierno central. A cambio, Pedro Sánchez se comprometió a garantizar la estabilidad del Govern de Esquerra, en minoría tras la salida de Junts per Catalunya.
El PSC volvió a ganar las elecciones municipales (28-M) y generales (23-J), coincidiendo además con la debacle de los partidos procesistas. Las negociaciones por la investidura frenaron la ofensiva de Salvador Illa contra el Govern de Pere Aragonès. Pero con la investidura ya asegurada, el PSC debe decidir si quiere ser un partido de gobierno o seguir siendo la muleta del procesismo en Cataluña.
Recuperar la iniciativa
Los últimos resultados electorales, y la debilidad del Govern en minoría de ERC, hizo sobrevolar durante días la sombra de una moción de censura en Cataluña. Si Illa no puso en marcha la ofensiva fue por órdenes de Ferraz. Primero había que atar el apoyo de los de Pere Aragonès a la investidura de Pedro Sánchez.
Una vez superado el escollo, Salvador Illa tiene vía libre para iniciar la carrera hacia la presidencia de la Generalitat. El PSC ha lanzado un primer órdago a Esquerra, al negarse a abordar los presupuestos de 2024. Sin las cuentas aprobadas, la posibilidad de una moción de censura es cada vez más real.
Pero hay algo aún más importante para la carrera hacia la Generalitat, y es que Salvador Illa tome por fin la iniciativa. Encorsetado por los designios de Ferraz y ensombrecido por la omnipresencia de Puigdemont, el líder del PSC ha perdido protagonismo. Recuperarlo es esencial si quiere mantener el tirón de los últimos éxitos electorales.
Objetivo, pasar a la ofensiva
El panorama político catalán entra en una nueva fase. El PSC se alimentó del hundimiento de los partidos procesistas, y es muy probable que los acuerdos con el PSOE pasen factura a ERC y Junts en las siguientes elecciones. La incógnita será ver si el electorado castiga también a los de Salvador Illa por la amnistía.
Además habrá que ver también qué impacto tiene la vuelta de Puigdemont a Cataluña, y si puede relanzar el proyecto de Junts. De momento, el PSC ha conseguido lo que hace años parecía imposible, que es romper la política de bloques. Ahora, con las manos desatadas, tiene el reto de romper sus ataduras con ERC y presentarse como un partido de gobierno.
El principal riesgo para Salvador Illa en las próximas elecciones es que pueda ser acusado por los partidos constitucionalistas de haber traicionado a sus bases. La mejor defensa, en este caso, puede ser un buen ataque. Solo una oposición más agresiva permitiría al PSC liberarse del sambenito de cómplice del soberanismo.
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