Carles Puigdemont en una conferencia con una bandera catalana de fondo.
POLÍTICA

El dato que confirma el declive de Carles Puigdemont

El regreso del líder de Junts demuestra que el tirón de su figura ya no es el que era

Carles Puigdemont ha regresado a Cataluña. Lo ha hecho a las 9 de la mañana en un acto organizado por Junts en el Arco de Triunfo en Barcelona, en los alrededores del Parlament. Esta mañana, en su regreso, el expresident de la Generalitat ha ganado -al menos en las primeras horas- su particular partida contra los Mossos. Y es que, a pesar de que el día, hora y lugar de su reaparición estaba anunciado, la cúpula de la policía catalana, ya sea por incompetencia o por connivencia, ha visto cómo el líder de Junts se les escapaba delante de las narices.

Sin embargo, no todo son buenas noticias para Puigdemont. Este acto de reaparición contó con el apoyo y convocatoria de todo el procesismo. Desde entidades satélite de Junts como la ANC, los CDR o el Consell de la República hasta partidos como ERC y la CUP. Como en las grandes ocasiones, los procesistas mostraron una unión que hacía tiempo que no se veía.

La convocatoria iba llena de épica, tocaba recibir al que siguen llamando “president legítim” tras casi siete años fugado de la justicia. Las redes se llenaron incluso de mensajes de gente avisando que tenían conocidos que habían decidido volver de sus vacaciones. “Tots amb el president”, decían muchos en las últimas horas.

Pero la realidad no ha tenido tanta épica social cómo podía parecer si uno observaba las redes sociales. Y es que, según los Mossos d’Esquadra, el gran acto organizado por Junts en el Arco de Triunfo ha contado con la presencia de 2.500 personas. Y aquí se le incluyen todos los dirigentes y cargos electos de la formación procesista. En otras palabras, el apoyo social de Puigdemont en su acto de regreso ha sido mucho más menor del esperado.

Un grupo de personas se encuentra reunido en un espacio público, algunas de ellas portando banderas y otras tomando fotos, mientras un hombre toca la gaita y varios voluntarios con chalecos verdes están presentes.

Al fin y al cabo, es normal que la pérdida de apoyos que el procesismo ha ido sufriendo en las varias últimas citas electorales, se tradujera también en los actos en las calles. Ya la Diada del 11 de septiembre del año pasado fue la menos multitudinaria de los últimos años. Y, en las últimas semanas, se evidenciaba esta poca capacidad de movilización en una manifestación organizada por la ANC que contó con la presencia de poco más de 2.000 personas. Y hoy hemos tenido otra muestra de que, a pesar de que se ha podido escapar de los Mossos, el tirón social de Puigdemont -y del procesismo en general- está muy lejos del que tuvieron en el ya lejano 2017.

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