La CUP evidencia su declive con la culminación del ‘procés de Garbí’
Acusan a la dirección de sectarios y de promover vetos y acoso
La CUP termina su primera parte de la travesía por el desierto. El pasado sábado, los cupaires le pusieron punto y final a su proceso de refundación, el conocido como “proceso Garbí”. Se trata del periodo de reflexión que abrió el partido después de su caída electoral en las últimas elecciones autonómicas.
Ahora bien, este proceso no ha estado exento de críticas y tensiones internas. Entre otras razones, porque en esta última asamblea han participado 700 militantes. Esto representa del orden del 42% de los afiliados que la CUP dice tener, que rondan los 3.000.
¿Qué han decidido?
El objetivo es “conquistar las instituciones”, explican desde la CUP. Esto pasa por hacerse un hueco dentro del mercado de la izquierda soberanista. Para conseguirlo, han hecho algunas concesiones a la realidad operativa de un partido y de la estrategia política.
En este sentido, las dos conclusiones del Proceso Garbí son logísticas y buscan deshacerse de la ineficacia interna del partido. La primera es que el mando de la Secretaría Nacional se alargue de dos a cuatro años para ganar en estabilidad. La segunda, más indefinida, tiene que ver con la estrategia comunicativa y social del partido.
“Quizás no nos hemos sabido explicar bien”, ha dicho Non Casadevall, una de las integrantes del grupo que ha redactado la hoja de ruta. De hecho, la asamblea de Nou Barris ha calificado de “criptolenguaje de gran carga poética” el discurso de la CUP hasta la fecha. Esto explica el “rechazo en la mayor parte de la clase trabajadora”.
En última instancia, la nueva estrategia de la CUP se reduce a hacer política. Es decir, a “ocupar el máximo de espacios de poder político”, señala el documento de conclusiones. Así mismo, dan por descontado el “trabajo puntual con otras fuerzas”, como Junts, ERC y Comuns.
Críticas a la conclusión del proceso
Con una marcada tendencia al debate interno, esta nueva hoja de ruta no ha estado exenta de críticas. Empezando por algunas asambleas locales, que han mostrado sus recelos ante los partidos procesistas. Los califican de “neoautonomistas” y piden que se “descarte” ya cualquier posibilidad de pactos.
Otros grupos, en cambio, impugnan tanto las conclusiones como el proceso para llegar a ellas. Acusan a la dirección de “secuestrar” el partido a través de una minoría. El grupo PUIC eleva el tono y califica a la directiva de “auténtico cáncer tanto para la democracia interna como para la utilidad de la CUP a nivel institucional”.
Otros militantes han denunciado la existencia de “vetos” y la escasa movilización de la militancia. En este sentido, consideran que las conclusiones no pueden ser representativas de la militancia del partido:
En cualquier caso, esta nueva reorganización de la CUP no es un verso suelto dentro del espacio independentista. Después de la debacle procesista, los tres partidos fundamentales (Junts, ERC y CUP) se enfrentan a cambios internos y a un futuro incierto.
Más noticias: