Los indepes se indignan con Carles Puigdemont
Todos esperaban la explicación de Puigdemont sobre el fracaso del catalán en Europa y, como era de esperar, no ha convencido a los independentistas
Y continúa la división entre el independentismo procesista y el unilateral. Como se sabe, el catalán no será oficial en Europa, por lo menos si del PSOE depende. El expresidente Puigdemont ha tenido que salir a explicarse, pero cada vez es más difícil convencer a los independentistas.
La larga explicación del expresidente
‘Aquí os expongo algunos elementos que espero que sean útiles para saber dónde estamos y hacia dónde vamos’. Con estas palabras, Puigdemont ha intentado cuadrar el círculo del independentismo autonomista. Estos ‘elementos’, en verdad, se han reducido a emitir bonos de deuda procesista: o sea, pedir tiempo.
Dejando al margen los llamamientos a la épica, el expresidente ha explicado el regate que le ha hecho Sánchez aduciendo a dos razones. La primera: que el ‘estado español’ tenía difícil conseguirlo porque, antes, tenía que deshacer la ‘estrategia de bloque’ que él mismo había hecho. Es decir, que en cierta medida Sánchez es el responsable y la víctima.
La segunda: el PP. Es decir, que los populares habrían presionado aquí y allá para que los gobiernos europeos de derechas se pusieran en contra. Así, esta ‘españolización de la política europea’ habría dificultado la oficialización del catalán.
Ya es casi imposible convencer al votante nacionalista
Por lo demás, el expresidente salva los muebles con la lógica procesista habitual. Que ahora no se haya conseguido no significa que no se pueda en el futuro, hace falta tiempo, etc. El problema que ahora tiene es que, como él mismo avisa, tendrá que litigar con Europa una vez que Sánchez le dice que él ya lo ha intentado.
Lo que es seguro es que los independentistas residenciados en internet no se creen nada. Desde la ironía de la impotencia o directamente el enfado, la completa mayoría de respuestas han sido para criticar a Puigdemont. Y más de uno avisa ya del chasco que los partidos procesistas se van a llevar en las próximas autonómicas.
El problema de estas explicaciones es que, en sí mismas, se agotan. Pedir tiempo y paciencia es algo que, de suyo, no se puede pedir indefinidamente. Hay un momento en el tiempo en el que no se puede pedir más tiempo.
Porque, más allá de que el expresidente tenga o no razón, el votante nacionalista se cansa. Algo que, hasta que se demuestre lo contrario, alimenta opciones más radicales que reivindican la unilateralidad. Véase el artefacto creado por Junts y ERC que ahora no pueden controlar.
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