Primer plano de Carles Puigdemont visiblemente preocupado
POLÍTICA

Carles Puigdemont baja sus humos

El expresident ya no es tan categórico tras perder la inmunidad

Carles Puigdemont está tocado. El pronunciamiento del TGUE y las palabras de Clara Ponsatí dejan al expresident de la Generalitat en una situación aún más complicada. Puigdemont está cada vez más solo y su estrategia del exilio solo le ha servido para ser eurodiputado y cobrar 8.000 euros al mes. Visto así, no es poca cosa, pero el líder de Junts se sigue creyendo -por lo menos hasta ayer- algo que ya no es.

El procés entró en fase terminal hace ya tiempo. Ahora vive sus últimos coletazos y Carles Puigdemont empieza a verlo. Ya lo sabe Junqueras, que será un nombre del pasado en los próximos meses. Y El de Amer lo acompañará con el añadido de su situación procesal. Él no puede volver a Catalunya y ya veremos en qué país deberá residir si se confirma la pérdida de su inmunidad.

Hasta ayer, el entorno de Carles Puigdemont aseguraba que volvería pronto a Catalunya. Él mismo decía ayer que la semana que viene viajaría a Estrasburgo para participar de un pleno del Parlamento Europeo. Estrasburgo es una ciudad francesa, de modo que en función de las euroórdenes de Llarena, Puigdemont no tendría la certeza de no ser detenido. 24 horas después, ya no dice lo mismo.

Puigdemont dice que ha preguntado al Parlamento Europeo cuáles son ahora mismo sus derechos. Dice que la sentencia del TGUE es contradictoria, pero su tono ya no es el mismo. Hasta ayer sacaba pecho de su exilio, de sus 'victorias' judiciales y la matraca de su retorno. Esto ya se ha acabado; la propia Clara Ponsatí se encargó de hacerlo oficial.

Los humos del entorno más puigdemontista de Junts per Catalunya han desaparecido. Esa superioridad moral del procesismo era doble en caso de Puigdemont. La justicia europea se la ha quitado de momento y le ha quitado la venda. Si quiere volver a Catalunya, primero deberá responder delante de un juez.

La realidad ha llegado en Waterloo de repente. Y por si fuera poco, por primera vez no hubo ni concentraciones, ni plenos urgentes o manifiestos. Carles Puigdemont sigue siendo para algunos su guía espiritual. Pero cada vez son menos.

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