Continúan las especulaciones sobre el control político de CaixaBank
Los movimientos políticos que estos días afectan a CaixaBank pasan por alto la ingente obra social de su Fundación: son más de 500 millones de euros al año.
El vendaval político en Cataluña y la sucesión de Isidro Fainé siguen dando de qué hablar en los corrillos políticos. A partir de aquí, todo son murmuraciones, reuniones a muy alto nivel y gente haciéndose la cama mutuamente. La Fundación la Caixa, en definitiva, está en el centro de las maniobras políticas y nadie parece prestar atención al otro gran asunto: la obra social. Para entenderlo, hagamos antes un mapa de la situación.
Objetivo La Fundación
Uno de los puntos clave del acuerdo entre PSOE y Junts habla de ‘facilitar y promover el regreso a Cataluña de la sede social de las empresas’. Y sobre esta vuelta de las empresas, la Fundación tiene mucho protagonismo y la razón para ello es simple. Concretamente, 24.500 millones de euros en inversiones financieras, o sea, mando en plaza en muchos consejos de administración.
De aquí viene el interés de los partidos por controlar la presidencia de la entidad y, así, apuntarse el tanto de haber traído de vuelta las empresas a Cataluña. Sobre esto, periodistas como Jesús Cacho, de Vozpopuli, aseguran que, ahora mismo, el PSC es el más interesado en la maniobra. A su manera, tiene sentido: quieren adelantarse a Junts y reforzar su ya privilegiada situación de cara a las autonómicas.
Según esta misma rumorología, habría un muñidor en la sombra pilotando la sucesión de Fainé en beneficio del PSC: Javier Solana. El histórico socialista es muy cercano al banquero catalán y está en la órbita de la Fundación. Al parecer, habría facilitado un encuentro entre Fainé y Salvador Illa que, a su vez, precedió a una visita de Fainé a La Moncloa.
¿Y qué pasa con la obra social?
Estas maniobras, pero, no casan con los tempos vaticanos de La Diagonal y con el abrumador grado de discreción de Fainé. Porque, por mucho que se diga, la necesidad de estabilidad política debe ser máxima para plantearse siquiera la vuelta a Cataluña. Así mismo, estos tejemanejes políticos son difíciles - aunque no imposibles - porque están controlados desde el Ministerio, el Banco de España y el BCE.
Al margen de que a nadie se le ocurre prestar atención a la enorme magnitud de la obra social de la Fundación. Y lo cierto es que no hay razones para pasarlo por alto. Es la segunda fundación más grande de Europa y los recursos económicos que moviliza son por sí mismos ingentes.
No es, pues, una cuestión accesoria la de la obra social: hablamos de 500 millones de euros anuales y 5000 millones ya invertidos. Al margen de que financia algunos ámbitos de enorme valor añadido como la investigación científica. En 2025, por ejemplo, abrirá sus puertas en Barcelona uno de los centros de investigación en inmunología más grandes de Europa.
La entidad financiera, en suma, se enfrenta a un intento de intervención política y no es la primera vez. Desde la Fundación, el objetivo fundamental es garantizar su independencia así como la continuidad de la obra social. La legislatura y el fin de la presidencia de Fainé coinciden, así que próximamente veremos cómo se resuelve la situación.
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