Bukele, Milei, Meloni... y ahora Trump: El mundo ha cambiado
La nueva derecha se impone a la izquierda globalista en un cambio de paradigma sin vuelta atrás
Donald Trump ha asestado un golpe que puede ser definitivo a la izquierda woke y la cultura de la cancelación. Con su victoria y regreso a la Casa Blanca, la derecha radical arrebata la hegemonía cultural a la izquierda e impone un cambio de paradigma sin vuelta atrás: las clases medias han dejado de ver al globalismo progre como una solución a sus problemas y apuestan por la soberanía y el proteccionismo de los estados.
La revolución conservadora mundial viene tiempo fraguándose, con momentos clave como la victoria de Bukele en El Salvador y Javier en Argentina, o de Giorgia Meloni en Italia y Geert Wilders en Holanda. Trump culmina ahora esta senda del cambio imponiendo un cambio de rumbo en el mundo que consiste en menos burocratismo y más mercado, menos intervencionismo y más libertad, menos organismos suprestatales y más soberanía para los estados.
Mención aparte merece la Unión Europea, a quien la victoria de Donald Trump deja muy tocada. No solo por las consecuencias comerciales y de acción exterior, por ejemplo con la crisis de Ucrania, sino también porque Trump es la antítesis de la élite globalista que manda en Europa (Von der Leyen, Macron, Sánchez, Scholz).
Basta con ver las caras largas en muchas redacciones y sedes de partidos en Cataluña y en España para ver la dimensión del triunfo de Donald Trump.
La "preocupación" que trasladan los líderes polítcos progres y sus medios va más allá de las elecciones americanas y tiene que ver con una crisis estructural de la izquierda que viene de largo. En parte, porque esta izquierda no ha sabido separarse de las élites globalistas que poco o nada tienen que ver con la defensa de las clases medias empobrecidas.
En tiempos de crisis, la nueva derecha ha sabido ofrecer un proyecto de seguridad mucho más consistente y atractivo.
Adiós al buenismo
El cambio en Europa empezó a fraguarse con los cambios de gobierno en los países nórdicos, que en su día representaron la vanguardia de las políticas buenistas. También en las primeras economías de la unión como Holanda o Austria, e incluso la propia Italia. Desde estos países están consiguiendo marcar el relato y la agenda sobre inmigración y seguridad, algo que hace solo unos meses era impensable.
Las izquierdas y sus medios afines no entienden lo que está pasando, y en lugar de analizar la cuestión de fondo insisten en mensajes como que la gente no sabe votar.
La realidad les está pasando por encima, como demuestran algunos mensajes de líderes políticos después de la victoria de Trump, vacíos de contenido y con los mismos eslóganes de siempre. Esto explica también la desafección de una gente que ya no consume los medios de comunicación de masas ni compra su relato.
La victoria aplastante de Donald Trump después de una campaña feroz en los medios internacionales, también en Cataluña, es también un baño de realidad sobre la superioridad moral de la izquierda.
Una superioridad moral desde la cual la izquierda lleva tiempo aplicando su cultura de la cancelación y la persecución de quienes piensan diferente. Medios como TV3 y La Sexta, y líderes como Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, han lanzado estos días la idea de que la democracia está amenaza tras la victoria de Trump. Nunca dijeron nada similar durante la presidencia de Biden, que dejó el mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial y con una recesión económica rampante.
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