Mohamed VI frente a un fondo decorativo con un diseño geométrico y una bandera de Marruecos
POLÍTICA

Activista saharaui alerta: Marruecos usa la inmigración en Cataluña para sus objetivos

Todavía son muchos los que no asumen que la inmigración masiva es una herramienta geopolítica más

Taleb Alisalem, refugiado saharaui y analista de política internacional, ha sacudido X con un hilo que supera los seiscientos mil impactos. Su tesis es tan simple como inquietante. Rabat, explica Alisalem, trata a sus emigrantes “como súbditos extraterritoriales” y los moviliza para lograr fines estratégicos.

Para demostrarlo cita multitud de datos, como un informe del CNI que, ya en 2009, describía una red organizada de mezquitas, asociaciones e imames. Esta red, financiada desde Rabat, sirve para vigilar opositores, perseguir saharauis y reforzar las reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla.

Y, en toda esta situación, Cataluña tiene un papel clave por una razón obvia: la comunidad marroquí en Cataluña es la más numerosa. A pesar de esto, todavía resulta difícil para muchos asumir el hecho de que la inmigración masiva es otra herramienta geopolítica más. Y, paradójicamente, son figuras como la de Alisalem, verdaderos refugiados políticos, las que explican el problema que tienen Cataluña y España.

Un grupo de personas alineadas participando en una oración al aire libre, con las manos levantadas y los ojos cerrados.

Una comunidad clave para Rabat

En ningún otro lugar la influencia estratégica de la monarquía marroquí resulta tan decisiva como en Cataluña. Según Idescat, a 1 de enero de 2024 vivían en la comunidad 241.179 marroquíes con tarjeta de residencia. Esto representa el 17 % de toda la inmigración extranjera y la colonia marroquí más numerosa del país. A esa cifra se añaden decenas de miles de nacionalizados y sus descendientes.

Ese despliegue va acompañado de un pujante aparato religioso. Un estudio de UCIDE anota 389 comunidades islámicas registradas y ocho imames asistentes en prisiones, hospitales o centros de menores. Como era de esperar, este ecosistema lo financia Rabat con fondos y cuadros formados en universidades coránicas de Fez y Rabat.

Así, Cataluña reúne uno de cada cuatro musulmanes de España y es, con 326 mezquitas, la región con mayor densidad de oratorios del país. Un reportaje de El País ya alertó en 2016 de que al menos un tercio de esos templos siguen la línea salafista. Se trata de una rama rigorista que sirve de caldo de cultivo a redes radicales.

El resultado se refleja en los partes policiales. Cuatro de cada diez detenidos por yihadismo desde 2010 han sido arrestados en Cataluña, con focos constantes en Barcelona, Tarragona y Girona. Solo en los dos últimos meses, la Comisaría General de Información ha practicado cinco detenciones en Castelldefels, Montcada y la propia capital catalana.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez (i), y el rey de Marruecos, Mohamed VI (d), se saludan con motivo del primer viaje oficial de Sánchez de esta legislatura a Marruecos, a 21 de febrero de 2024, en Rabat

Del culto al activismo político

La penetración, claro, no se limita al terreno espiritual. Se trata más bien de una ofensiva que combina inversión religiosa, lobby económico y activismo electoral. Entre los objetivos descritos por el CNI, y que Alisalem explicita, figura “mantener unida a la gran diáspora” y orientarla políticamente.

En la práctica esto se traduce en llamadas públicas a votar a partidos “amigos”, también en campañas comunitarias que pesan cada vez más en municipios como Salt, Vic o Badalona, donde el voto inmigrante puede decidir alcaldías. En Francia, por cierto, el Ministerio del Interior ha detectado un procedimiento casi calcado con los Hermanos Musulmanes.

El caso Tarragona: cultura o propaganda

Alisalem ilustra sus explicaciones con el Festival de Marruecos organizado en mayo por el Consulado de Rabat y el ayuntamiento de Tarragona (PSC). En la tarima, un retrato de Mohamed VI presidía los discursos mientras dos cantantes entonaban himnos que glorifican la Marcha Verde. Esa fue la operación con la que Marruecos ocupó el Sáhara Occidental en 1975.

Para el activista, el evento “blanquea la ocupación” y demuestra la capacidad marroquí para proyectar poder blando con ayuda de instituciones locales. A la cita acudieron la embajadora Karima Benyaich y el delegado del Gobierno en Cataluña, Carlos Prieto, así como mandos policiales.

Cuando la seguridad entra en conflicto con la integración

La lección es clara: la inmigración masiva no se explica solo en clave humanitaria. Rabat, por el contrario, usa a sus emigrantes como herramienta geopolítica, y Cataluña es hoy su laboratorio más ambicioso. Esto contrasta con la maciza incapacidad de muchas voces políticas y periodísticas para asumir la realidad geopolítica de la inmigración. Más todavía: la dificultad para asumir en qué se traduce la integración real de algunas comunidades extranjeras.

De hecho, una de las estrategias de infiltración consiste precisamente en refugiarse en las ideas de "diversidad" y "multiculturalidad". En el caso de Francia - extensivo a casi todos los niveles a Cataluña - se señalaba explícitamente esta realidad. Se advertía de que las comunidades musulmanas usan gran parte del discurso progresista para protegerse de las críticas.

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